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Día de parón. Sobre todo del subsistema energético. Los advisors aconsejan al equipo que no se someta a más pruebas de este tipo hasta que no resuelva el problema con las baterías. Es el momento "trata de arrancarlo, por Dios" que ya vivieron Luis Moya y Carlos Sainz en 1998, cuando el Toyota Corolla los dejó tirados a medio kilómetro de la línea de llegada. A 500 metros de su tercer título del mundial de rallies.

Los alumnos de Hyperloop UPV, sin embargo, no se dejan llevar por los lamentos o la impotencia. En lugar de quedarse de brazos cruzados, se dedican a completar otro tipo de tests. Hay para no aburrirse. Hasta 125 mediciones y validaciones que los equipos deben pasar satisfactoriamente antes de llegar al tubo de vacío. Ahí es nada. Los valencianos han intentado 66, de las que 50 han sido salvadas con éxito y 16 todavía se resisten. Seguro que hay oposiciones a notarías más livianas.

A dos jornadas del final, este resultado les sitúa en mitad de la tabla. Empatados a puntos con los alemanes de HyperPodX, los japoneses de Keio Alpha y los californianos de Santa Barbara (UCSB Hyperloop). Lejos de los dos equipos destacados: los suizos de l'École Polytechnique Fédérale de Lausanne (EPFLoop) y los alemanes de la Universidad Técnica de Munich (WARR Hyperloop). Y muy por delante de las universidades de Colorado, Texas en Austin, o California-Berkeley, que ocupan el farolillo rojo. En definitiva, entre los diez mejores del mundo.

La situación, ahora mismo, recuerda al mundial de Japón de 2006, cuando la estrella Pau Gasol cayó lesionada contra Argentina y la selección tuvo que afrontar un partido histórico sin su pieza clave. Y, contra todo pronóstico, esa baja trascendental sirvió para que los jugadores tiraran de garra, se rebelaran contra la adversidad y la historia tuviera un final feliz. No hay triunfo sin sacrificio. Y, entonces como ahora, el resultado tuvo mucho que ver con la cohesión del grupo.

Quid pro quo

Las oportunidades hay que cazarlas al vuelo. En un periquete, surge algo que rompe el tedio. Al equipo de Swissloop le falla el sistema de drivers durante la prueba de vacío y los alumnos de la UPV se acercan raudos a cederles uno de repuesto. Ese préstamo aumenta las posibilidades de que los suizos superen las pruebas a tiempo y puedan acceder al tubo el domingo. A cambio, los de Swissloop prometen compartir la telemetría de la carrera con los alumnos de la UPV, unos datos que son oro puro para las siguientes competiciones.

Las normas de la Hyperloop Pod Competition no impiden el intercambio de favores entre equipos. Entre otros, porque el simple hecho de que dos grupos se coordinen no supone necesariamente que juntos mejoren lo que pueden hacer cada uno por separado. A pesar de todo, Elon Musk debe pensar que vale la pena intentarlo. Es fácil conjeturar que compartir conocimientos entre los mejores hará que el transporte del futuro llegue antes. Avanti, pues, con la competición cooperativa. Como dijo el gato a Alicia en el País de las Maravillas, siempre llegarás a alguna parte, si caminas lo bastante.

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