Empieza la recta final y el nivel es altísimo. El equipo valenciano, el único español en el concurso, trabaja duro día y noche. Cada mañana, los advisors y los jurados escrutinan con detalle los movimientos realizados en la víspera por las universidades. Las medidas de seguridad y los procedimientos que impone SpaceX son los propios de los cohetes que se lanzan al espacio. Casi los mismos que rigen la actividad de los distintos contratistas de la NASA que otorgan las certificaciones para operar más allá de la estratosfera.
Hyperloop UPV ejecuta su misión bajo el estricto esquema de normas que impera en la exploración espacial. Y eso se nota. El principal atascadero está ahora mismo en el sistema energético. Muchos equipos están viendo lastrados su progreso por multitud de tropiezos en esta área. Y es que se necesita mucho voltaje para alimentar los motores eléctricos que hacen correr los pods a altas velocidades.
El quid está en la manipulación de la energía, una capacidad que da ingentes quebraderos de cabeza a todo tipo de súper héroes. Desde Cíclope hasta Electro, pasando por Pikachu, muchos son los mutantes, villanos, pokemons y power rangers que se han visto en serias dificultades al intentar almacenar, controlar o absorber electricidad en cantidades suficientes. Y los equipos de la Hyperloop Pod Competition no iban a ser menos.
Vicente Dolz y tres de los Zeleros
Y en eso que aterrizan en Los Ángeles Vicente Dolz y tres de los Zeleros (David Pistoni, Daniel Fons, e Iván Torres), la start-up surgida de la primera hornada de Hyperloop UPV. Como el carismático señor Lobo de Pulp Fiction, llegan para aportar calma y expertise a la cuestión. Todo parece fluir mejor cuando el equipo se ve rodeado no por uno, sino por cuatro Harvey Keitel de la aeronáutica. Nada reconforta más que oír la voz del personaje creado por Quentin Tarantino y saber que viene en tu ayuda. "Estoy a treinta minutos de allí. Llegaré en diez".
Los privilegiados que han podido asistir a las tres ediciones de la Hyperloop Pod Competition pueden decir sin complejos que el nivel de las universidades y la exigencia de SpaceX son cada vez más altos. Esta es, sin duda, una de las competiciones de ingeniería más complicadas del planeta, el Ironman World Championship de la industria del transporte. Cada pod que lleva aquí es una obra maestra del automatismo.
Y, si volvemos la vista atrás, hay motivos de sobra para sentirse satisfechos. En 2016, cinco alumnos de la UPV osaron desarrollar un sistema Hyperloop a modo de diseño tecnológico y demostraron que en España hay mucho potencial y muy buenas ideas. Un año más tarde, se propusieron construir un prototipo competitivo desde cero. Y aprendieron que, del dicho al hecho, hay... infinidad de complicaciones técnicas que solventar. Con todo, únicamente nueve universidades en el mundo fueron capaces de superar su propuesta.
Ahora vuelven a la carga más empecinados que nunca. Solo los mejores han llegado hasta aquí. Y el pod de la UPV está al nivel necesario. El equipo sigue unido frente a las dificultades, que siempre las hay. Para mañana, quedan los desafíos más importantes: la cámara de vacío, el external subtrack y el tubo al aire libre. Como diría el guerrero más poderoso de la galaxia, "may the Force (and the Energy) be with them!"
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