Emprender es todo un reto. Construir una empresa de éxito es una auténtica aventura. Hay que superar decenas de pequeños obstáculos que ponen a prueba la resistencia de las personas: desde conciliar la vida personal y laboral hasta sobrellevar la incertidumbre de trabajar bajo hipótesis que no necesariamente llegan a cumplirse. Y si el emprendimiento es duro para la población en general, aún lo es más para las mujeres. De hecho, solo una de cada cinco personas que impulsan una start-up es mujer.
Son datos que recoge Luz Mélida García en su trabajo "Emprende tu futuro. Diálogos de emprendimiento con perspectiva de género", coordinado por la Unidad de Igualdad y editado por el Vicerrectorado de Arte, Ciencia, Tecnología y Sociedad. El documento analiza las dificultades que encuentran las tituladas universitarias a la hora de lanzarse a crear empresas.
En el Día Internacional de la Mujer, la Universitat Politècnica de València te invita a conocer a cinco referentes femeninos, que cuentan sus experiencias a cámara. Todas coinciden en la importancia de mostrar ejemplos, enseñar todo tipo de casos y perfiles, aunque no sean de éxito. Porque visibilizar a jóvenes empresarias, asomarse por un momento a sus vivencias, ayuda a otras mujeres a intentarlo.
Raquel Calles es ingeniera industrial por la UPV. Ha realizado estancias en la Universidad de California Berkeley y en la sueca KTH (Real Instituto de Tecnología). Ha trabajado en plantilla para grandes empresas como Deloitte o Kamax, pero finalmente decidió ser su propia jefa. Karlota es su segundo proyecto empresarial.
“Las start-ups tecnológicas están llenas de gente normalmente masculina. Al final, tienes que aprender a jugar muy bien tus cartas. Por eso hay que tratar de aprovechar el apoyo que existe ahora para el emprendimiento femenino. Y hay que visibilizar los éxitos pero, sobre todo, los fracasos, porque es en esas situaciones cuando más aprendemos.”
Irene López es graduada en Fundamentos de la Arquitectura y Máster Universitario en Arquitectura. En 2020, obtuvo el premio al Mejor Estudiante, que otorga el Consejo Social de la UPV. Trabajó en Harquitectes y en el obrador de arquitectura de Ábalos Llopis. Recientemente, ha decidido poner en marcha su propio negocio.
Emprender pasa por lidiar con los propios miedos (a fracasar, a perder dinero, a decepcionar a los demás, a tener problemas con los clientes, a contraer deudas), por encontrar buenos compañeros de viaje, por hacerse un hueco en el mercado, afrontar el crecimiento, tomar decisiones estratégicas, prosperar. Con todo, Irene López opina que “a las mujeres no se nos acaba de tomar en serio en determinadas situaciones. Basta con observar las fotos oficiales, donde raramente aparecemos”.
Chiara Carzan es doctoranda en Industrias de la Comunicación y Culturales. Ha disfrutado de estancias en Brasil e Italia (Venecia, Palermo y Milán). Trabajó en la empresa Ludomastro Factory Imparare Giocando y fue gerente en la Asociación Cosi per Gioco. Según confiesa, su vocación es comunicar el arte y todo lo que permita la expresión artística.
Para Carzan, “emprender siendo mujer es un acto de valentía”. Y, sin embargo, pese a los esfuerzos y sacrificios, Chiara lo ha tenido siempe claro. “Me gusta emprender. Me gusta tener libertad, decidir mis horarios, ser mi propia jefa, gestionar mi trabajo y elegir con quién voy a trabajar.” Esta doctoranda no ve unas titulaciones más compatibles que otras a la hora de planterse la creación de empresas. Al contrario, defiende convencida que “cualquier carrera es susceptible de enfocarse al emprendimiento”.
Irene Cebrián tiene una opinión diferente. Esta graduada en Ingeniería Informática, “fanática de la resolución de problemas”, estima que es más fácil emprender en el ámbito de las tecnologías de la información y las comunicaciones. “Aunque solo sea por el tema de los recursos, creo que es más sencillo. Si tienes un ordenador, lo tienes todo. Solo con eso, ya puedes lanzar un montón de proyectos”.
Cebrían ha trabajado en la mexicana Softtek, líder global en soluciones digitales, en Tusser Systems, empresa digitalizadora, y en TIMP, matriz de app de reservas expandida por toda España. “He participado en múltiples proyectos y he llegado a desarrollar una gran capacidad autodidacta. Y pocas cosas producen tanta satisfacción como sacarte las castañas por ti misma”.
La propia Luz Mélida García, graduada en Bellas Artes y Máster Universitario en Producción Artística, ha lanzado la empresa Desaway, donde es responsable del Área de Diseño Gráfico. Es autora de diferentes proyectos creativos en el ámbito de la edición, diseño de páginas web e interfaces de aplicaciones móviles. “Con el emprendimiento, yo he aprendido mucho, muchísimo. Ahora me siento preparada para, en un futuro, crear otra empresa. Podría hacerlo perfectamente. Sería capaz.”
García opina que es necesario más apoyo y más ayudas para las mujeres que deciden lanzar una start-up y, en general, para cualquier perfil emprendedor. “Hay que fomentar, desde la universidad y desde todos los ámbitos, que haya más tilín por hacer cosas. Para las chicas tituladas, hay muy pocos referentes”. Desde su punto de vista, el emprendimiento es muy recomendable. “Yo lo aconsejo. A mí personalmente me ha enriquecido mucho. Y si ves que no sale bien, pues tampoco pasa nada. Habrás vivido una gran experiencia y habrás aprendido muchas cosas.”
Pie de foto: de izquierda a derecha, Raquel Calles; Irene López; Chiara Carzan; Irene Cebrián y Luz García
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