Especial Shell Eco-Marathon - Día 4

El día comienza en Brooklands como ayer. La instantánea que ofrecen las puertas del circuito de Weybridge recuerda a esa clásica imagen de los grandes almacenes el día del pistoletazo de salida de las rebajas. Son las 6.30 de la mañana y los equipos que van a salir a rodar vuelan sobre el asfalto. El que primero llegue, antes podrá empezar a rodar y aprovechar así las mejores condiciones del circuito a primera hora: hay menos coches en la pista y hace menos aire; dos factores que influyen y mucho en el resultado final.

Las carreras se sucederán en el paddock durante todo el día. Estamos en plena competición, cada manga es una oportunidad y los coches han de estar siempre a punto. A lo largo de la jornada, se puede ver de todo. Una cola interminable de prototipos de lo más variados esperando a poder cruzar la línea de salida; participantes que tratan de recuperar algunos de los ratos de sueño que le regalan a la competición; pilotos estudiándose de nuevo el trazado; un choque en una de las curvas...

Mientras todo esto pasa, en el box del IDF19 se vive el que, sin duda, ha sido el día más complicado desde que el equipo llegara el pasado sábado a este rincón del condado de Surrey. Pero rendirse no es una opción. Así se escuchará hasta que, de nuevo, el equipo cierre Brooklands.

Primera mano ganadora, pero todo se vuelve a torcer

En el primer tramo de la mañana todo rueda. El trabajo de ayer, rematado en las primeras horas del día, parece que da sus frutos. Es hora de arrancar y mapear. "Vamos a jugar" -se oye en el box- y la mano parece ser ganadora. Pero hacia las 15 horas, cuando parecía que nada podía volver a torcerse como 24 horas antes, pues sí que lo hace. Y, nuevamente las miradas se centran en el maldito cigüeñal -en realidad no se oye maldito en el box. Sobran las palabras. Y sobran también porque en realidad no las hay; lo que flota en el ambiente es rabia. Nervios. Tensión. Pero si algo caracteriza a este equipo del campus de Alcoy es precisamente eso: sus componentes forman un auténtico equipo y a trabajo pocos les ganan. Hay dos opciones: la a, es rendirse; la b, buscar una alternativa. Y, como no podía ser de otra manera, el equipo marca la opción b.

"Fuera el motor y montamos ya el estándar de 25 centímetros cúbicos". Esta es la apuesta. Dicho y hecho. Veinte manos trabajando a destajo. Bueno, veinte no, más. Y es que allí han estado de nuevo los compañeros del IES Alto Nalón, del IES Leonardo da Vinci, de la Universidad Miguel Hernández, echando un cable... y animando también al equipo. Y en ese momento resuena la frase: "si esto te pasa en otro equipo con menos recursos, ya estarías recogiendo". Pero no, aquí lo único que se recoge -para destaparlas- son las cajas que guardan los componentes que tienen que hacer rodar, ahora sí, al IDF19.

Ajustar y a la cola para salir

El tiempo corre -y ahora más que nunca. Además del motor, hay que cambiar también la corona de la rueda, modificar el escape; la transmisión pasa a ser por correas. En definitiva, hay que poner a punto un coche prácticamente nuevo. No cabe duda: es el momento más difícil y tenso de esta aventura automovilística. Pero, todos siguen trabajando. Y conforme pasan los minutos, el ambiente es ya más distendido; el ritmo, eso sí, igual de frenético. Y, si alguien tenía alguna duda de que esto es un equipo, así concluirá la jornada: un grupo se quedará en el paddock acabando el trabajo con el nuevo IDF19. Otro, se irá antes al camping de la Shell Eco-Marathon y preparará la cena de todo el equipo.

La noche cae ya sobre el circuito. IDF19 montado por completo. Alessandro ya tiene el mono preparado. Falta ajustar a primera hora y ponerse en la cola para salir.

La respuesta correcta para este equipo nunca será la a.

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