Especial Shell Eco-Marathon - Día 2

Claros y nubes en el paddock del circuito de Brooklands... culminados con una clase práctica magistral de ingeniería automovilística

[ 03/07/2019 ]

Poco más de 60 minutos necesitaron los técnicos de la Shell Eco-Marathon Europa 2019 para comprobar que el IDF19 estaba niquelado. La mejor inspección técnica en los 14 años que el equipo lleva compitiendo en esta prueba. "No han podido poner ni un pero", destaca Vicente Colomer. Todo el trabajo de estos días en Brooklands, -las más de 2.000 horas previas empleadas en dar vida al nuevo prototipo- hacen que el sueño vaya por buen camino. Vuelta al paddock, un poco de música, un poco de jamón -¡no podía faltar en la base de operaciones!- y mucho intercambio de experiencias con los equipos. Un voluntario de Shell se interesa por el "pata negra" -el coche... bueno, y por el jamón también-. El ambiente ahora es más distendido. Hasta, aproximadamente, las 12 del mediodía. Entonces, algo empieza a ir mal. Primero, parece que se ha soltado un sensor. Pero no, el cigüeñal se ha doblado por la alta compresión del motor. Vayamos por partes.


Claros


La jornada comenzaba con el grillo -al que os presentábamos ayer- sonando. El equipo del Campus de Alcoy sería el primero en pasar por todos los puntos de la carpa de inspección. Allí, cerca de sesenta parámetros se revisan concienzudamente. Primero, el peso del vehículo. También el de los pilotos, que deben superar los 50 kilos... si no, los técnicos lastran el coche. Luego, los jueces supervisan cada rincón del prototipo, todos sus componentes, su diseño, medidas, montaje, acabado, distancia entre ejes... Claros.


De ahí, Alessandro y Mar -los pilotos, titular y suplente del IDF19- pasan una de las pruebas fundamentales para la competición: la de seguridad -una de las máximas de la Shell Eco-Marathon-. Primero uno y luego otro, suben al vehículo. Deben ser capaces de salir en diez segundos del mismo sin que nadie les ayude, para que en caso de emergencia durante la competición puedan lograrlo. Ambos lo hacen en 8 segundos. Sonrisas.


Falta comprobar los frenos. El IDF19 se sitúa -con Alessandro a los mandos- en una pendiente del 20%.Los jueces comprueban que los ejes frenan independientemente, que el sistema instalado es el adecuado. Todo en orden. Como también lo estará la parte eléctrica, que sorprende al juez. Aquí, quien habla es Matías. Él es el responsable de la instalación y es a él a quien se dirige el inspector. Quiere saber dónde está el fusible de protección, qué tipo de baterías lleva, cómo se cargan, qué tipo de cargador emplea... Nada queda sin inspeccionar. "Vuestra instalación eléctrica es perfecta", concluye el juez. Todo sigue sobre ruedas. Ni un solo pero. Cielo y paddock totalmente despejados.


Ya solo queda pasar por la zona de combustible. Allí comprueban que el motor de arranque no es capaz de mover el coche, así como el correcto funcionamiento de los sistemas de parada de emergencia y el llenado del tanque hasta arriba... ¡con un total de 35 mililitros de combustible! Todo en orden.


Ha pasado poco más de una hora. Una inspección de libro. Vincent, el supervisor técnico de la organización, le entrega a Vicente, el jefe del equipo, las pegatinas que acreditan que el IDF19 está listo. El ambiente es más relajado, pero cuando el sol está en lo más alto del circuito, algo empieza a no ir bien.


Nubes


El coche no responde. El sensor que mide la posición del cigüeñal falla. Pero no es problema del sensor, es más grave. La compresión del motor es tal que ha doblado el cigüeñal... ¡y hace lo que le da la gana!. Tensión en el paddock, pero sin perder nunca el buen ambiente -es algo que impregna esta competición-. Los mecánicos del equipo desmontan el motor: hay que enderezar el cigüeñal. La base de operaciones del equipo se convierte, ahora más que nunca, en una clase práctica magistral de ingeniería automovilística. Se desmonta el motor por completo, pásame aquella llave, necesito el martillo. Un intento, otro... cigüeñal alineado. Y se sigue trabajando en él para pulirlo todavía más y que cada pieza del engranaje encaje. Mientras, dos compañeros de Alicante se acercan a ayudar. Queda mucho trabajo por hacer. El motor ha arrancado, pero el tensor decide desmontarse.


Cae la noche en el circuito del Mercedes-Benz World. Exhaustos, Juan, Daniel, Alejandro, Ismael, Sergio, Alessandro, Matías, Carlos y Mar, y el jefe del taller, Vicente, vuelven hacia el camping en el último autobús que sale del circuito. Día de nubes y claros. Esto es la Shell Eco-Marathon.


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