Nuestro método de trabajo tiene su origen en el juego infantil, ya que a través del juego el niño y la niña aprenden y exploran todas las posibilidades que su maduración le permite. El juego es fuente de motivación y trabajo espontáneo del niño y la niña. Contribuye en gran medida a la maduración psicomotriz, potencia la actividad cognitiva, facilita el desarrollo afectivo y es vehículo fundamental para la socialización de los niños y de las niñas. Es el principal elemento a la hora de escoger y realizar actividades.

En la escuela trabajamos tanto el juego libre como el juego dirigido:

El juego libre: mediante el cual el niño y la niña mientras juega espontáneamente explora y aprende. Este tiene intencionalidad educativa y las educadoras lo utilizan como método de observación, de las relaciones que el niño o la niña establece con los materiales, los compañeros, educadoras, etc.

El juego dirigido: es el que entendemos como actividad programada (cuentos, canciones, talleres, etc…) todas ellas recogidas y temporalizadas a lo largo del curso escolar en 7 unidades didácticas.

Nuestra metodología es flexible y potencia el desarrollo de sus capacidades adaptándose a las necesidades de los niños y las niñas, respetando siempre sus ritmos individuales. Está fundamentada en los siguientes principios metodológicos:

Metodología activa: Los niños y las niñas son los auténticos protagonistas de sus propios aprendizajes. El carácter de esta metodología es participativo y lúdico, ya que, el aprendizaje se impulsa a través del juego. Para ello, debemos proporcionarles espacios adecuados a sus necesidades de juego y de movimiento.

Enfoque globalizador: partimos de que el niño es un ser global y su desarrollo es global, por ello, las áreas de aprendizaje están relacionadas con sus ámbitos de experiencia y con los diferentes aspectos del desarrollo integral de cada niño y niña. Utilizamos el aprendizaje significativo, que parte de las experiencias previas de los niños, de sus intereses y de sus motivaciones, para que construyan nuevos aprendizajes transformando y ampliando los que ya tienen.

Enfoque socializador: favorece el desarrollo social en los niños y las niñas haciéndoles sentir integrantes de un grupo en el que existen una serie de normas, hábitos y valores, que les permiten desarrollarse y adaptarse en la sociedad en la que viven.

Aprendizaje cooperativo: utilizamos el trabajo cooperativo, como escuela inclusiva que somos, para fomentar la convivencia entre los alumnos, el respeto mutuo y la aceptación de diferencias individuales; planteando situaciones de juego y trabajo cooperativo en pequeño y gran grupo para aprender a ayudarse, compartir, colaborar, etc.