La Universitat Politècnica de València (UPV), a través del Grupo de Bioelectrónica (GBio-e) del Instituto Interuniversitario de Investigación en Bioingeniería y Tecnología Orientada en el Ser Humano (I3BH) se encuentra participando actualmente en eTOX, un proyecto europeo liderado por la farmacéutica Novartis-Farma y el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) de Barcelona cuyo objetivo es, entre otros, desarrollar estrategias innovadoras basadas en modelos computacionales para predecir mejor el perfil toxicológico de un fármaco.
Según explica el doctor Javier Saiz, investigador de la UPV, los modelos computacionales pueden ser de gran utilidad para la industria farmacéutica, pues "contribuirían a mejorar su competitividad y eficiencia en el desarrollo de sus productos".
Y es que la toxicidad es uno de los elementos fundamentales en el proceso de desarrollo de un fármaco y responsable, en muchas ocasiones, de que un nuevo producto no salga al mercado: "De ahí la importancia de poder predecir, a través de esos modelos matemáticos, los perfiles toxicológicos de pequeñas moléculas en fases tempranas de su desarrollo", apunta el doctor.
Otro objetivo: desarrollar una base de datos de seguridad de los fármacos
Otro de los objetivos del proyecto es desarrollar una base de datos de seguridad de los medicamentos a partir de los informes toxicológicos existentes de la industria farmacéutica y los datos públicos de toxicología.
"Esta base de datos", prosigue el científico del GBio-e, "ayudará a diseñar nuevos modelos matemáticos y algoritmos de predicción". Actualmente, el proyecto cuenta ya con datos de alrededor de 5.000 estudios de toxicidad.
La investigación UPV, centrada en la cardiotoxicidad
El trabajo de los investigadores de la UPV en este proyecto se centra en la cardiotoxicidad de los fármacos. Desde sus laboratorios, desarrollan modelos matemáticos del funcionamiento eléctrico de las células cardiacas y trabajan con modelos multiescala del corazón, recreaciones tridimensionales de las aurículas y ventrículos. "Todo ello", explica Saiz, "nos permite introducir el efecto del fármaco a nivel celular y conocer su incidencia en la actividad del corazón".
Uno de los valores que más se vigila en cuanto a cardiotoxicidad de los fármacos es la prolongación del intervalo QT (medida del tiempo entre el comienzo de la onda Q y el final de la onda T en el electrocardiograma). Si el fármaco extiende el QT, puede provocar lo que se conoce como torsade de Pointes, una taquicardia ventricular que, en los casos más extremos, acaba derivando en la muerte del paciente. "A través de los modelos en los que estamos trabajando, se pretende predecir la incidencia de diferentes fármacos en el intervalo QT", concluye el doctor Saiz.
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