El trabajo, que se ha publicado en la prestigiosa revista Science, ha descubierto el factor de transcripción que regula el desarrollo del cloroplasto en el tomate y eventualmente la calidad del fruto (Solanum lycopersicum).
Los resultados del estudio identifican el gen responsable de la mutación 'u', que produce tomates uniformemente maduros (sin hombros verdes), y revelan cuáles son las bases moleculares por las que la introducción masiva que se hizo hace décadas del carácter maduración uniforme puede haber afectado negativamente a la calidad de los frutos. Ello se debe a que los frutos con 'u' poseen una versión mutada del gen GLK2, que no es funcional y por lo tanto no desarrollan su potencial fotosintético. Además, el artículo muestra una forma de mejorar la calidad de la fruta del tomate actuando a nivel de los genes GLK.
Durante la maduración el tomate no mutado adquiere su color rojo característico y, a menudo, conserva unos hombros verdes en las primeras etapas de la maduración que en ocasiones mantiene hasta que el proceso está avanzado. En la mayoría de los casos esta no es una característica deseada, especialmente para la industria y el transporte, porque aumenta las probabilidades de que la piel del fruto se agriete y, además, esa zona no quede suficientemente madura. Debido a esto, a mediados de los años 50 se introdujo una mutación 'u' que proporcionaba frutos uniformemente maduros (frutos sin hombros que en el estadio inmaduro son uniformemente verdes y más pálidos) que al madurar producían un fruto uniformemente rojo muy atractivo.
Los resultados de esta investigación, en la que ha colaborado Antonio Granell, investigador de la UPV, han podido demostrar que los frutos 'u', que serían por tanto de maduración uniforme, llevan una mutación, una A de más en la secuencia de uno de los genes de un tipo denominado GLK, que hace que no se produzca la proteína completa codificada por ese gen, sino una versión truncada y que, por lo tanto, no puede desempeñar la función que tenía.
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