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Hanif M.Chaudhry

Doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia. Investido el 22 de junio de 1999


Laudatio por Enrique Cabrera

Hablar del agua en Valencia es hablar de pasión y controversia. Es parte de nuestro acerbo popular y por ello, sobre todo los usuarios de siempre, los regantes, conocen, o creen conocer, el tema. Todos tienen su opinión, una opinión basada en la tradición y orientada en la defensa de sus intereses. Y todos tienen su parte de razón. Al depender los criterios de la óptica de análisis, la controversia resulta inevitable, sobre todo en épocas de sequía, en las que el recurso no alcanza a satisfacer las necesidades en su totalidad. Al compás del crecimiento de éstas, hace aquella,- la controversia -, lo propio.

El agua es, y debe ser, un bien público. Y por pertenecer a una sociedad cada vez más plural, puede ser contemplada desde cuatro ópticas diferentes. La economía es la primera vertiente de análisis. Siendo el agua un recurso limitado y necesario en toda actividad humana, agrícola, urbana, industrial o de ocio, éstas compiten entre sí, generándose fuertes tensiones que le otorgan el carácter de bien económico. Pero, dado que no hay vida sin agua, la economía no puede ignorar su carácter social. Por representar a la sociedad los políticos, el agua es también política, constituyendo ésta la segunda de las ópticas.

Al tiempo, el agua es parte fundamental del medio ambiente y, por ello, debe manejarse de manera sostenible, no pudiendo su uso significar degradación. Los impactos ambientales derivados deben ser considerados, y su contemplación constituye la tercera de las ópticas. Las tres han sido consecuencia del desarrollo ingenieril que, en su caminar, las ha ido generando. Y siendo la ingeniería causa, que no efecto, su importancia es mayor. Primera en el tiempo, gracias a ella podemos guardar el agua que sobra en las épocas de vacas gordas para utilizarla cuando falte. También somos capaces de llevarla desde donde abunda hasta donde escasea. Y, en fin, podemos disfrutar, nunca mejor dicho, de esta bendición del cielo, en cualquier tiempo y lugar.

Fue el agua en la antigüedad considerada deidad, creencia, cuando no un poder asociado a un dios especifico. Y fue ingeniería porque, ¿cómo explicar sin ella legados tan maravillosos como el acueducto de Segovia, o el complejo sistema de transporte de agua a la Roma imperial? Más de 13 metros cúbicos por segundo se llegaron a trasegar. Pero decíamos que también fue creencia, porque si tal no hubiere sido el caso ¿cómo explicar el paso del mar Rojo por los hebreos en su huida de Egipto? Con todo, este conocido hecho bíblico ha sido asociado a la explosión del volcán de Santorini, ocurrida en el 2º milenio aC, acreditando de este modo el mito de la Atlántida, que recogió Platón, y que soñó orquestar Falla. Y, en fin, fue deidad en muchas de las antiguas culturas. La más conocida, posiblemente, la del Nilo. Sus periódicas crecidas, excepcionalmente regulares, crearon fructífera agricultura de inmersión.

Ingeniería y sociedad han estado siempre ligadas al agua porque su desarrollo se ha basado en la construcción de grandes obras cuya realización ha supuesto coordinar un número de trabajadores imponente. Los primeros embalses se construyeron hace más de 6.000 años. El uso, mantenimiento, protección y eventual reparación de estas grandes obras, requerían un mínimo de entendimiento, cuando no de disciplina. Desde siempre hubo, pues, necesidad de articular un poder político y unas reglas de juego soportadas por un poder judicial con capacidad para hacerlas cumplir. No es, por tanto, nada extraño que el mismo código de Hammourabi, 1800 años aC, dedicase siete artículos al agua. Y hasta hoy ha regulado las aguas de la huerta de Valencia su milenario Tribunal.

La ingeniería ha hecho posible que el agua llegue hasta donde hace solo unas décadas era impensable llegase. Ello la ha convertido en un bien económico que debe ser usado de manera racional. Y habiendo ido el desarrollo en alguna ocasión más allá de donde debiera, como necesario contrapunto y de manera natural, ha emergido el concepto de sostenibilidad.

El agua se enmarca, pues, en un hiperplano de cuatro dimensiones, en el que el eje ingenieril ha actuado como un potente motor que ha generado la aparición de las otras vertientes, la social, la económica y la medioambiental. Por ello, y por haber hecho posible la utilización y disfrute del agua, la sociedad necesita de su ingeniería. Y esta afirmación, válida en cualquier lugar del mundo, alcanza plena significación en nuestra Comunidad Valenciana.

Hablemos pues, dada su sempiterna importancia, de la ingeniería del agua y pensemos en uno de sus principales ingredientes, el estudio de su movimiento. Su dominio nos permite transportarla, en cualesquiera condiciones, e incluso controlarla cuando las nubes han sido excesivamente generosas con la tierra. Y si, digo, hablamos del movimiento del agua, y de su conocimiento, un nombre brilla en el panorama internacional con luz propia: Hanif M. Chaudhry.

El profesor Chaudhry realiza sus estudios de doctorado en Canadá, en la Universidad de British Columbia. Se inicia en el campo de los transitorios hidráulicos a presión, siendo su tema de tesis el Estudio de la Resonancia Hidráulica. Finaliza su doctorado en el año 1.970 y su trabajo le abre las puertas de la industria hidroeléctrica de Canadá, a la que se incorpora ese mismo año. En el período 1.972-1.979 trabaja para el ente nacional de la energía. A través de su International Power and Engineering Consulting interviene en el diseño y análisis de los grandes proyectos internacionales.

Los frutos de sus estudios y experiencias se plasman, en 1.979, en el libro Applied Hydraulic Transients, obra que le va a proyectar con fuerza hasta lo más alto de la comunidad científica internacional. Incluso traducido al chino, ve, en 1.987, una segunda edición, hoy ya agotada. Para significar su innegable trascendencia, tan solo referir que, en su tema, es la obra más referenciada internacionalmente.

La publicación de este libro es el punto de partida de su carrera universitaria, toda ella desarrollada en los Estados Unidos. También es el momento de comenzar a dedicar sus mejores esfuerzos al estudio del movimiento del agua en régimen de lámina libre, por lo que el profesor Chaudhry efectúa su andadura científica en orden inverso a la historia. El hombre, que tiene tendencia a imitar la naturaleza, transportó mayormente el agua en la antigüedad en régimen de lámina libre. De hecho las primeras tuberías a presión con un diámetro significativo son fabricadas, a partir de la fundición del hierro, hacia finales del siglo XVII. Pero, aunque más complejas de fabricar que las acequias, las tuberías tienen un contorno perfectamente definido que simplifica su cálculo de manera notable. Tal no ocurre en los cauces naturales, ni en los canales, ya que la sección recta que ocupa el agua depende del caudal que transporta. En definitiva, resueltas las cuestiones mayores del análisis transitorio de los conductos a presión, el profesor Chaudhry se va a ocupar del estudio del régimen en lámina libre.

Pronto van a aparecer los primeros frutos de sus investigaciones en la modelación numérica del movimiento del agua en régimen de lámina libre. Sus publicaciones afloran, con inusual frecuencia, en las revistas de mayor reputación y en los foros más prestigiosos. Pero si además de contribuir al desarrollo del conocimiento, se desea difundirlo, hay que buscar otros vehículos alternativos. Por ello, en 1.993, y tras actualizar, ordenar y sintetizar los conocimientos del tema, publica su segunda gran obra "Open Channel Flow", que recoge también algunas de sus aportaciones de mayor aplicación. Catorce años más joven, el camino que está siguiendo este libro es análogo al que dejó bien establecidos los fundamentos del moderno cálculo de los transitorios hidráulicos a presión.

Autor de más de cien artículos publicados en las revistas de mayor lustre, coeditor, desde el año 1.985, del Journal of Hydraulic Engineering, posiblemente la revista actual más prestigiosa en el campo de la Ingeniería del Agua, sus aportaciones tienen todas un denominador común: capacidad para analizar e interpretar los fenómenos físicos más complejos y hábil manejo de la modelación numérica. Con todo, hemos querido destacar sobre tan imponente obra, los dos libros, de entre los cinco escritos, que ya le han procurado un lugar de privilegio en la literatura relativa a la ingeniería moderna del transporte de agua, un área de conocimiento de secular y glosada significación.

Y si relevantes son sus méritos científicos, no menos lo son los humanos. Nacido en la actual India, por sus orígenes pakistaníes, tuvo a los tres años que vivir un éxodo similar al que recientemente hemos contemplado en Kosovo. En su huida, la familia no pudo transportar equipaje alguno. Sólo los zapatos que calzaban y las ropas que vestían. Ninguna ayuda internacional posterior al desastre. En el trayecto el padre fallece por lo que el abuelo, ya con 73 años y jubilado, debe volver al trabajo, asumiendo la carga de sacar adelante la familia. Y así hasta los 93 años. Este hecho, no puede extrañar, va a marcar la vida del profesor Chaudhry. Crece en Pakistan, donde cursa los estudios de Ingeniería Civil, que concluye en 1.965. Para acceder a una beca que le permita ampliar sus estudios fuera del país, debe superar unas pruebas de selección, quedando el tercero de entre los 25.000 estudiantes que ese año han concluido los estudios de ingeniería en cualquiera de sus ramas. Obtiene, en el conjunto de las pruebas, dos medallas de plata y una de oro. Sin duda que el ejemplo de quienes le precedieron y las circunstancias que le tocaron vivir, forjaron primero en el niño, ya después en el adolescente, una capacidad de trabajo y sacrificio, así como un espíritu de superación, fuera de lo común. Sumado todo ello a una mente brillante, los resultados no podían ser otros.

Por todo ello, grande es mi satisfacción personal al concluir la laudatio de persona tan admirada, y que tan relevantes contribuciones ha aportado a uno de los campos que más han influido y condicionado el desarrollo y progreso de la humanidad. Y por haberme permitido vivir este momento, doy las gracias al Director del Departamento de Ingeniería Hidráulica y Medio Ambiente, como representante máximo del Consejo que promovió su nombramiento, y al Rector Magnífico, en su calidad de cabeza visible de la Junta de Gobierno que lo aprobó. Correspondo a tan impagable favor con otro no menos valioso: una iniciativa que ha permitido incorporar a esta familia universitaria, en calidad de Doctor Honoris Causa, a una persona de extraordinario nivel científico y excepcionales virtudes humanas: el profesor Hanif M. Chaudhry.

Muchas Gracias.


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