Jóvenes, brillantes y alejadas de los estereotipos. Carmen Serrano Jara y Marina Simón Ruiz han entrado en la Universitat Politècnica de València (UPV) por la puerta grande, con un 14 de 14 perfecto como nota de acceso, grandes sueños de futuro y un objetivo claro: alcanzar sus metas profesionales sin renunciar a disfrutar la vida.
“Las claves son el esfuerzo, la constancia y no rendirte, porque las cosas no van a salir siempre bien a la primera, pero también, parte de este proceso ha sido no renunciar a la vida social”, explica Marina. “Si te centras sólo en los estudios, estar encerrado en un único sitio… yo creo que te vuelves un poco loco”.
Carmen, a la que acaba de conocer -está en uno de los grupos de mañana, mientras Marina va por la tarde-, comparte la idea: “Yo vengo de hacer un programa francés llamado Bachibac que ya de por sí te obliga a renunciar a horas, a lo que hay que sumar las extracurriculares, pero sí es cierto que intentaba salir, como mínimo, una vez a la semana, a desconectar, porque no quería que los estudios englobaran toda mi vida. En cualquier caso, sin el apoyo de mis profesores, mis amigos y, sobre todo, mi familia, no hubiera sido capaz de sacar esta nota”.
Dicha nota, insuperable, les ha permitido elegir cualquier carrera y universidad. Y ambas han optado por el mismo camino: el Grado de Ingeniería Aeroespacial de la UPV. “Lo de la universidad sí lo tenía bastante claro”, afirma Marina. “Siempre me han hablado muy bien de la UPV y según muchísimos rankings es unas de las mejores universidades del mundo”, añade.
En cuanto al grado, “el sector de la tecnología y las aeronaves siempre me ha interesado mucho. Además, conozco a bastante gente que lo ha cursado o ya está trabajando en ello y me han transmitido cosas muy buenas”, explica Marina, que mira el futuro con mente abierta: “Tanto esta como cualquier otra ingeniería ofrecen muchas posibilidades en el mercado laboral, por lo que no sé dónde voy a parar, pero me encantaría llegar a trabajar en algo relacionado con el sector de la aerodinámica, la mecánica de aviones, coches, naves…”.
A Carmen, por su parte, la aspiración profesional le viene de sangre: “¿Por qué ingeniería aeroespacial? Creo que es genético. Vengo de una familia de ingenieros, programadores… He crecido en ese entorno y la verdad es que aeroespacial siempre ha sido la ingeniería que más me ha llamado la atención”.
En ese aspecto, una entidad de referencia es la ISAE Supaero de Toulouse, donde Carmen tiene intención de continuar su formación: “La UPV está hermanada con ella, y las instalaciones de ambas son increíbles. Me gustaría continuar mis estudios allí, ya que está centrada en ingeniería aeroespacial, el francés como idioma me gusta mucho y viajar, cambiar de aires, tener nuevas experiencias... Quiero tener pasión en lo que hago”.
Unidas por la UPV, Carmen y Marina charlan animosamente durante la realización de la entrevista, intercambian contactos y comparten aspiraciones. Quién sabe cómo avanzarán sus historias… Lo que es seguro es que no solo tienen capacidades académicas extraordinarias, sino que, además, sus mentes abiertas invitan a soñar con un futuro repleto de éxitos. Profesionales… y vitales.
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