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Han faltado manos para recoger tanto premio. La organización de iGEM es extremadamente estricta en el protocolo de la Awards Ceremony. Solo dos miembros de cada formación suben al escenario a recolectar cada trofeo. Pero, conforme avanzaba la gala y el presentador nombraba una y otra vez a la UPV, empezaba a quedar claro que Adrián Requena y Tzvetelina 'Betty' Anguelova serían incapaces de sujetar tanta estatuilla entre los dedos.

Mientras, el equipo, relegado unas filas más atrás del gigantesco salón del Hynes Convention Center, saltaba como un resorte de sus asientos cada vez que el speaker pronunciaba el nombre del grupo. Gritos, risas, abrazos, lágrimas de alegría, guiños de complicidad, euforia total, locura. No era para menos. Se habían propuesto repetir la hazaña de 2016, cuando la UPV consiguió medalla de oro y dos premios. Y, en lugar de eso, terminan como ganadores absolutos de la competición de biología sintética más importante del planeta, y con cinco trofeos. Emulando en la distancia al atleta Jesse Owens que, en 1935, fue capaz establecer otros tantos récords mundiales en tan solo 45 minutos.

Por delante de todos los "titanes"

Cuesta asimilar que el proyecto de la UPV ha batido a todas las grandes universidades del mundo presentes en este certamen: Harvard, Yale, Oxford, MIT, Cambridge, Imperial College de Londres, Columbia, San Diego, ETH Zurich, Stanford, Munich, Delft, UCLA, Sorbona, Lausanne... Y lo que es todavía más prodigioso, no solo han triunfado en el palmarés sino que han recibido felicitaciones y elogios de todas ellas. Como las groupies en los conciertos.

A estas alturas del evento, ya nadie recuerda las penurias pasadas para llegar hasta aquí y los muchos padecimientos (el proyecto estuvo a punto de peligrar, por el abandono de patrocinadores y la falta de apoyos). Y entre las principales contrariedades, la ausencia de una de las claves del grupo, Alberto Coronado, el incansable biotecnólogo amante de las plantas carnívoras, que se vio obligado a renunciar al viaje un día antes de partir, por baja médica.

También resultó un serio inconveniente el fallo de los motores de Printeria. La máquina estuvo en funcionamiento sin pausa durante toda la segunda jornada. Y dejó de moverse, exhausta, en el peor de los momentos, cuando al filo del tercer día, la presentación era inminente. Los nervios en el estómago, el micro que no funciona, el cable olvidado en el hotel... Solo faltaba el androide C3PO anunciando, como en El imperio contraataca, las ínfimas probabilidades de supervivencia.

Entre los cracks de la synbio

Y, contra todo pronóstico, llegó el triunfo. El trofeo que les acredita como vencedores absolutos es una réplica en metal de una pieza de Lego del tamaño de una caja de zapatos. Lleva grabados los nombres de todos los cracks de la synbio desde 2004, el año en que se inició la competición: Heidelberg, Cambridge, Washington, Groningen, Pekín... y ahora también, la Universitat Politècnica de València.

A todos nos emocionan las historias épicas con sus inicios rocambolescos, la intensidad de la acción, los giros inesperados, el espectáculo a gran escala, el final heroico, el merecido botín... Así ha sido la aventura en Bostón de Adrián Requena, Carolina Ropero, Carlos Andreu, Roger Monfort, Tzvetelina Ilieva Anguelova, Marc Martínez, Héctor Izquierdo, Blanca Madorrán y Joan Casado, junto con los instructores Yadira Boada y Alejandro Vignoni. Una proeza que se cierra con las palabras de Tom Knight, uno de los más prestigiosos biólogos sintéticos, al cierre de la gala: "Recuerda. No tienes que pedir permiso a nadie para aprender algo nuevo".

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