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Quienes hayan visto La la land (con Emmna Stone y Ryan Gosling), Sombrero de copa (con Fred Astaire y Ginger Rogers) o Cantando bajo la lluvia (con Gene Kelly, Donald O'Connor y Debbie Reynolds) reconocerán la sensación que ha experimentado el equipo de la UPV al bajar hoy del estrado de la sala 304 del Hynes Convention Center. Es esa impresión de estar flotando en una nube, esa efervescencia feliz y despreocupada, esa explosión de bienestar a pequeña escala que aumenta los niveles de endorfinas y hace aflorar una increíble sonrisa.

Han bastado para ello unos pocos comentarios de los jueces, sus miradas concentradas, atentas durante la presentación, la aprobación casi involuntaria con el movimiento de la cabeza... No es habitual que cada uno de los seis jurados asignados inicie su turno de preguntas con una felicitación o un cumplido sincero. O que termine el tiempo estipulado para el interrogatorio a pie de póster, y los jueces, lejos de huir, hagan horas extra.

Un alud de preguntas

Lo ha preguntado todo: cuándo arrancó el proyecto, cómo surgió la idea, quién construyó el chasis, cómo se limpia la máquina, qué mantenimiento prevén para Printeria, qué pueden mejorar para resultar más ecológicos, en qué momento realizaron las entrevistas a usuarios, cómo han incorporado el feed-back de las encuestas, qué pasa con los vapores que se generan dentro del artilugio, cómo se ha transportado los mecanismos hasta Boston, cuánto tiempo lleva ensamblarlos...

¿Y cómo reacciona el equipo ante tal bombardeo? Como un regimiento de mosqueteros. Todos para uno y uno para todos, sin dar un paso atrás ni esquivar explicaciones. Con ganas de aclarar los términos, de completar las respuestas. Y a cambio, reciben verdaderos halagos, palabras sencillas de afecto que valen su peso en oro. "Estoy realmente impresionado. Es una muy buena idea". "Yo les felicito. El proyecto está relindo". "Fue fácil de entender. Pensaron en todo".

Y la visita del gurú de iGEM

El reconocimiento del trabajo bien hecho supone más de lo que, a simple vista, parece. Y el subidón es aún mayor si, cuando la jornada languidece ya a punto de acabar, te topas en una esquina con el jefazo de iGEM, Randy Rettberg, lo abordas, lo invitas a conocer tu proyecto, y el fundador y presidente de la competición de biología sintética más importante del planeta acepta. Esos minutos que pasas junto a la rock star de la synbio son la guinda del pastel, en términos de gratificaciones y recompensas. Después de todo, fue Rettberg quien proclamó: "los estudiantes saber hacer cosas nuevas; los profesores saben hacer cosas antiguas".

Y finalmente, no menos importante es la autosatisfacción, la alegría por el esfuerzo realizado, la inversión de tiempo, el compromiso con el grupo, el crecimiento personal, el proceso de aprendizaje, en definitiva, la participación en proyectos por el mero placer de hacerlos. Y ¿qué pasará mañana en la entrega de premios? Como dijo, Batman, "no es quién soy, sino qué hago. Eso es lo que me define. El resto es suerte".

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