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Es inevitable crearse expectativas cuando hasta el bronco policía de fronteras yanqui conoce la competición iGEM. Algo debe significar cuando el adusto gendarme parapetado detrás de la anodina ventanilla pregunta a qué se debe la visita a los EE UU y, antes de que uno pueda explicarse, el agente acaba la frase con la coletilla "el concurso de biología sintética del MIT". ¿Tan popular es a este lado del charco la disciplina de los biobricks?

Será quizás por eso por lo que, sorprendentemente, el paso por la aduana norteamericana ha derivado en un trámite sin grandes complicaciones para el equipo de la Universitat Politècnica de València. Y eso a pesar de llevar una maleta repleta de dispositivos (placas base, drivers, motores paso a paso, bombas peristálticas, chasis de aluminio, estructuras de metacrilato, carruseles de pipetas...). Contra todo pronóstico, ninguno de los componentes ha despertado sospechas, y la máquina Printeria, convenientemente desguazada, ha resultado totalmente inofensiva para los encargados de la seguridad del país.

Apertura de puertas, a las 9 h

Pasado el trago del desembarco en tierras bostonianas, todo parece más liviano para los diez alumnos y los dos instructores que integran la expedición UPV. Atrás quedan las muchas horas de últimos retoques en Valencia, los inoportunos imprevistos, las miles de millas de vuelo, el madrugón y hasta el jet lag. Y antes de que mañana, a las 9 (hora local, las 15 h en España) abra sus puertas el Hynes Convention, habrá que encontrar tiempo para repasar la presentación y preparar el póster.

Los iGEM UPV se enfrentan esta vez a 340 equipos. Por supuesto, han acudido todos los rivales de primer nivel: Harvard, Yale, Oxford, MIT, Cambridge, Imperial College de Londres, Columbia, San Diego, ETH Zurich, Stanford, Munich, Delft, UCLA, Sorbona, Aalto... Además de los aspirantes veteranos, en esta edición compiten también muchos escuadrones novatos procedentes de la pujante China.

La dura tarea del jurado de iGEM

El primer paso para todos será completar el registro, ubicar el pabellón y ataviar el puestecillo. Una vez dado el pistoletazo de salida, en cualquier momento, puede acercarse un juez y empezar el interrogatorio. El papel del examinador en iGEM también es arduo. La organización les provee de un documento de 108 páginas [PDF] donde se describe con minuciosidad qué se espera exactamente de esta tarea. Desde luego, iGEM aspira a que los jueces sean mucho más que simples evaluadores de los equipos. Pretende que sepan detectar la originalidad y la excelencia en cualquier proyecto, por modesto que sea.

Como Henry Fonda en 12 hombres sin piedad, ser jurado en la competición de biología sintética más importante del planeta supone enfrentarse a la dificultad de deliberar correctamente. Y, aunque pueda parecer en un principio un cometido escrupuloso y severo, la organización recomienda un enfoque totalmente diferente. "Sé justo y constructivo. Haz todo lo que esté en tus manos para elogiar lo que sea elogiable. Y no dudes que, en el futuro, los alumnos sabrán sacar un enorme provecho de todo ello".

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