El Instituto de Tecnología Química (ITQ), centro mixto de la Universitat Politècnica de València y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ubicado en el campus de Vera, ha recibido la acreditación Severo Ochoa 2012, un galardón de excelencia científica que otorga el Ministerio de Economía y Competitividad.
A la convocatoria, abierta a finales de julio, se presentaron 75 aspirantes y 30 pasaron a la segunda fase. Finalmente, solo 5 consiguieron la distinción. Y es que los requisitos de los candidatos que aspiran a un Severo Ochoa son tremendamente exigentes. Eso sí, la dotación supera con generosidad las mejores expectativas: un millón de euros anuales, a contar desde 2013 hasta 2016, para cada uno de los centros premiados y el acceso prioritario a otras iniciativas del Ministerio, "siempre que se guarden los principios de transparencia y competencia".
Porque lo que se pretende con esta convocatoria es apoyar a los centros españoles que llevan a cabo investigación básica de frontera y que se encuentran entre los mejores del mundo en sus respectivas disciplinas. Y darles un distintivo inequívoco que los haga visibles a los ojos de la sociedad.
¿Qué es investigación de frontera? Según Javier Rey, ex director de la Fundación CSIC, la que se desarrolla en las fronteras del conocimiento; aborda asuntos controvertidos, de difícil respuesta, con metodologías atípicas y resultados inesperados; cuestiona el paradigma imperante, y alberga mucha incertidumbre sobre su éxito.
Pero, sobre todo, es la investigación que puede suponer un avance significativo que abra puertas a nuevos enfoques y formas de pensar, algo que pasa en muy contadas ocasiones si se trata de ciencia estándar. Y que conlleva un alto riesgo de fracaso. Como dice Rey, la vida en la frontera es difícil.
Y así es el día a día en el ITQ, pero también en el Instituto de Astrofísica de Canarias, en el Barcelona Supercomputing Center, en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, en el Instituto de Ciencias Fotónicas, en la Estación Biológica de Doñana... hasta nombrar a los 8 Severo Ochoa de la primera edición y los 5 de la convocatoria actual. En total, 13 joyas de la corona de la investigación española, donde se lleva a cabo la ciencia más compleja, estimulante y atractiva.
En concreto, el ITQ trabaja con catalizadores, materiales mesoporosos, compuestos petroquímicos y combustibles limpios, nanofármacos, técnicas computacionales y de alta resolución, y con cualquier otro tema que despierte interés en la sociedad, porque son capaces de reorientar las investigaciones para solucionar los problemas existentes.
Empezaron en 1990 siete investigadores, liderados por los profesores Avelino Corma y Jaime Primo Millo, en unos locales habilitados en el aparcamiento de coches de la Universitat Politècnica de València. Hoy el ITQ reúne a un equipo de 180 profesionales (un 53% son mujeres) en torno a un presupuesto anual de seis millones de euros. A los que habrá que sumar uno más a partir de 2013.
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