Un tercio de la población mundial sigue construyendo con tierra cruda. De este material se han edificado arquitecturas humildes -como la barraca valenciana- y grandiosos monumentos -como la Alhambra de Granada-. Es abundante, barato, fácil de trabajar, reciclable, reutilizable y no contamina. Esto es lo que aprenden los niños de l'Escola d'Estiu cuando acuden al taller del "Rincón de la tierra" diseñado por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura y, con las manos en el barro, elaboran ladrillos de adobe.
En el taller de "Cocina con ciencia", en cambio, descubren la multitud de procesos por lo que pasa un alimento antes de llegar a la mesa y, en "Lego robotics", programan un robot para que sea capaz de hacer piruetas. En los laboratorios, crean su propio blandiblú -moco de elefante para los escolares de la EGB o cubo de pedos para los niños de ahora-, una lámpara de lava, nieve artificial o plastilina electrizante.
En total, l'Escola d'Estiu ha programado más de 20 actividades diseñadas por los miembros de la UPV específicamente para cada una de las edades, desde preescolar hasta noveno año, incluyendo todas las etapas. Los párvulos de 4 años, por ejemplo, han horneado magdalenas y han elaborado un sencillo herbolario. Y los mayores han construido un brazo biónico casero y hasta un aerodeslizador simplificado.
Y aún hay más: "Topolimpiadas", "Chiquitectura", "Experihuerta", "Huella artística", "Cianotipia"... Experimenta es la gran apuesta de l'Escola d'Estiu para dar a conocer entre los más pequeños lo que se hace en los laboratorios de la Universitat Politècnica de València y lo que se estudia en sus escuelas y facultades. Y, de paso, despertar vocaciones científicas a golpe de carcajada.
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