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Investigador del Instituto de Telecomunicaciones y Aplicaciones Multimedia de la Universitat Politècnica de València (iTEAM-UPV), director escénico y dramaturgo. Podría ser el protagonista de una obra de teatro, pero Miguel Ferrando Rocher (Alcoy, 1985) no pertenece a la ficción. Este ingeniero escénico, así se autodefine, no para de subir al escenario... y no precisamente para actuar.

El motivo, cada vez más recurrente, es recibir un galardón tras otro. Solo en las últimas semanas, el Premio Max del Público 2019 por su obra Genovese, el Primer Premio del Jurado en el festival Escènia de Foios por Tourmalet, y un reconocimiento habitualmente destinado a mentes ajenas a la dramaturgia: el Airbus Defence and Space a la Mejor Tesis Doctoral en Antenas Activas para Satélites de Comunicaciones que otorga el Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación (COIT).

Extraordinaria excepción en un mundo poco acostumbrado a combinar facetas tan dispares, Miguel nos cuenta cómo es posible brillar, a la vez, en dos ámbitos tradicionalmente disociados como la ciencia y el teatro.

- Está en racha...

- La verdad es que sí. Aunque yo creo mucho en el ying y el yang... Toco madera, espero que no pase nada malo (ríe). En serio, estoy muy contento por todo lo que me está pasando. Estoy muy feliz. Es una racha súper buena, también como una consecuencia de muchos años de trabajo. Son tres premios muy importantes... y han venido de golpe.

- ¿Qué entró primero en su vida: el teatro o las telecomunicaciones?

- Yo diría que el teatro. Empecé a escribir desde muy pequeño, con 12 o 13 años. En el colegio ya tenía esa vocación, que tampoco sé muy bien de dónde nació, pero fue así.

- ¿De qué trataba su primera obra?, ¿cuál era el título?

- Chicago 1930. Era terrible, de gánsteres... Con 14 años, vestidos con las gabardinas de nuestros padres, sombreros Panamá... terrible. Me acuerdo de cómo empezaba, con los amigos...

- ¿Están también en su compañía?

- No, ellos se dedican a otras cosas. Estamos hablando de la escuela, con 14 años. A lo mejor, 2º o 3º de ESO, aunque seguimos haciendo teatro. En el colegio El Pilar tuvimos la oportunidad de montar un grupo de teatro de exalumnos y, durante una temporada larga, yo lo dirigía. Entonces, fue poco a poco. Lo que era un juego, llevado de manera amateur, se convirtió en una faceta profesional donde yo monté mi compañía y tuve relación con actores profesionales porque nos formamos en la misma escuela, la Superior de Arte Dramático de Valencia (ESAD), que está pegadita a la UPV. Luego, las telecomunicaciones aparecieron en paralelo un poquito más adelante.

- En casa estaban presentes. Su padre también es profesor e ingeniero de telecomunicaciones.

- Mi padre es ingeniero de teleco, profesor de la Universidad, y también fue director de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicación de Valencia (ETSIT-UPV) hace muchos años, en el 1991. Mi madre es de la rama sanitaria, pero yo tiré más por mi padre en ese sentido.

- A la hora de comenzar sus estudios, optó por la ingeniería...

- La decisión fue difícil. Cuando tienes 18 años... No me atreví con el teatro. Y no fue porque mis padres insistieran con lo de "la interpretación o la dirección de escena de teatro no te va a dar de comer". Fue una decisión más mía. Yo tenía ese interés en ser ingeniero... yo quería ser ingeniero. Hice la carrera y cuando la acabé dije: "Ahora, vamos a hacer lo siguiente", y es cuando me matriculé en la ESAD.

- ¿Comenzó a trabajar en algo relacionado con la ingeniería?

- Lo hice de forma paralela. No dormía. Mientras trabajaba en la Universidad, esa cierta flexibilidad que da investigar me permitió tener un horario que se podía compaginar con los estudios. Pero claro, no tenía horas. Son ocho horas de trabajo, más cuatro o cinco de clases... Dormía muy poquito.

- ¿Recuerda con quién fue por primera vez al teatro y la obra que vio?

- Fui a ver West Side Story al Teatro Principal de Valencia y tendría 13 o 14 años, como mucho. Me llevó mi madre, y a mí los musicales no me apasionaban. West Side Story creo que ni lo conocía. Entonces me senté allí, con mi madre. Salí fascinado. Ese veneno que dices: "Y ahora, ¿esto cómo se quita?". Pues no se ha quitado, claro. Desde luego, fue la primera obra que me enamoró, y supongo que el principio también de muchas cosas.

- ¿Escribir teatro le ha servido para redactar la tesis premiada?

- Por supuesto. Todo se conecta. Hacer teatro me sirve también, sobre todo, en mis presentaciones en conferencias internacionales o nacionales. Me sirve para escribir, ordenar, planificar... Sí, una cosa se nutre de la otra.

- ¿Le han ayudado las telecomunicaciones a ganar el Max del Público?

- Sí, de la misma manera. No sé si para ganar el Premio del Público, pero para hacer la obra, organizarla, planificarla... son muchas cosas. Entonces sí, por supuesto. Mi parte de ingeniero me ayuda en mi parte de creador.

- ¿Cómo?

- Una obra de teatro no es solo la parte artística, ojalá fuera solo eso. Hay que organizar un equipo de trabajo, hablar con mucha gente. Organizarme con el iluminador, el escenógrafo, la diseñadora de arte, los actores, las salas, los programadores... Cuando hay dinero, cuando son producciones, ese trabajo se divide. Cuando no hay tanto dinero ni tantos recursos, y somos una compañía, tiene que hacerlo, en este caso, solo una persona. Esa persona soy yo. Y sí, evidentemente, la ingeniería me ayuda a cuadrar todo este trabajo.

- Genovese, la obra que ha escrito y dirigido, y que le ha valido el Premio Max del Público 2019, tiene una trama basada en hechos reales...

- Es una historia complicada, pero real. En la compañía de teatro, siempre partimos de historias reales. En este caso, fue la historia de Kitty Genovese, ocurrida en los años 60 -en concreto, en 1964- en Estados Unidos. Esta chica fue asesinada y violada en Nueva York, en el barrio de Queens, cerca de su casa. La leyenda dice, o los medios de comunicación dijeron, que hasta 38 personas vieron el suceso y no hicieron nada para ayudarla. Todo esto derivó en el efecto espectador que, básicamente, lo que viene a decir es que muchas veces nos comportamos como espectadores de sucesos, pero no nos implicamos de manera activa, y no ayudamos. Yo descubrí esta historia y me pareció que hoy, en 2019, siguen produciéndose casos similares, porque vemos cosas que no están bien y, a veces, nos comportamos de manera pasiva y no actuamos para ayudar a la gente. Decidí trasladar la historia a escena porque creía que podía remover conciencias, que era una historia interesante y que tenía que ser conocida para que no se repitiera. Y así lo hice.

- Con éxito, sin duda.

- Sí. La verdad es que vino mucha gente a verla. Hacíamos foros de debate cuando acababa la obra y la gente se sinceraba muchísimo, sobre todo las mujeres. También los hombres, pero muchas mujeres contaban experiencias que, seguramente, habían padecido. No necesariamente violaciones pero, por ejemplo, acosos. Entonces, era catártico porque es real. Se producía un clima después de la obra que era casi tan interesante como la misma, porque la gente hablaba de cosas muy sinceras delante de gente que no conocía. Supongo que también parte del premio va por ahí, porque la gente sí que se sentía tocada de alguna manera.

- En el mismo ámbito teatral, acaba de ganar, también, el Primer Premio del Jurado en la XVII edición del festival Escènia Foios por su obra Tourmalet, ¿cómo lo valora?

- Estoy contentísimo. Escènia Foios es un festival reconocido en toda España. También en Valencia, evidentemente, y como lo tenemos tan cerca, lo conocemos más. En él, siempre había compañías que yo tenía idolatradas. A veces ganaban premio o a veces no, pero yo iba a verlas y me parecían increíbles. Nunca he tenido la sensación de que, a lo mejor, yo podía estar en este festival, porque hay una selección muy complicada. Me dijeron que se habían presentado más de 50 obras, que habían hecho una preselección de 15, y después, de esas 15, escogieron cuatro. Estar allí era increíble y, cuando nos dijeron que nos daban el Primer Premio del Jurado, la verdad es que flipamos. Estamos muy contentos. Al final, es muy complicado valorar las obras. Nosotros las hacemos como mejor sabemos y, luego, si llegan los premios, pues bienvenidos sean. Es una suerte recibir este premio. Vimos las otras tres obras y eran todas espectaculares, unas propuestas muy diferentes. La nuestra, por lo que sea, se ha llevado el primer premio en esta edición y estamos muy orgullosos del trabajo que hemos hecho.

- Pasemos a las telecomunicaciones. Su tesis Gap Waveguide Array Antennas and Corporate-Feed Networks for mm-Wave Band Applications (Antenas de matriz de ondas Gap y redes de alimentación corporativa para aplicaciones de banda de onda mm) ha recibido el premio Airbus Defence and Space a la Mejor Tesis Doctoral en Antenas Activas para Satélites de Comunicaciones que otorga el COIT, ¿en qué consiste?

- Son antenas para telecomunicaciones por satélite en movimiento. ¿Esto qué quiere decir? Son antenas que se pueden colocar en vehículos en movimiento. Por ejemplo, en trenes, aviones, coches... La gente está ávida de datos, de vídeos, de verlo todo al instante y de la mejor manera. Ahora, en estos medios de transporte, sí se puede mandar un mensaje por WhastApp o leer la prensa. Pero para streaming de datos de alta velocidad no existe aún, y están muchísimas empresas interesadas. No es un reto fácil, es muy complicado y hay muchos millones de euros y de dólares que las empresas están invirtiendo para ello. Nosotros, evidentemente, no estamos ni cerca, estamos lejísimos de eso. Hacemos nuestra pequeña aportación y proponemos soluciones para ver si encontramos una válida.

- ¿Cuáles son sus próximos proyectos en este ámbito?

- El campo de las telecomunicaciones es muy grande ahora mismo. Hay muchísimo trabajo y ojalá siga habiéndolo. Seguimos buscando soluciones para poder, quién sabe si ojalá algún día, ir en un tren y poder decir que, en parte del sistema de telecomunicación que están utilizando, tienen algo de culpa la UPV y el iTEAM-UPV.

- Para finalizar, ¿qué consejo le daría a alguien que no sepa qué camino seguir?

- Yo creo que hay que seguir el instinto. Creo mucho en que, las decisiones que toma uno, cuando las toma de verdad, no se va a equivocar. Al principio, quería estudiar Comunicación Audiovisual y no me llegó la nota porque había hecho la técnica, y era más complicado alcanzar una buena calificación. No ha sido fácil. Yo he dado tumbos, pero al final, siguiendo mi intuición, no sé si he tenido mucho, poco o medio éxito. Hago con mucho gusto lo que hago. Amo lo que hago, y no sé si lo hago bien o mal, pero lo hago de corazón. A la gente le diría que no tenga dudas. Si se matricula en una cosa y no le apasiona, que cambie. O que siga, pero sin dudas. Al final, va a encontrar su lugar y va a poder desarrollar su tarea profesional de la mejor manera. Es así porque yo lo he experimentado de esa manera, y seguro que la gente que ahora está empezando, dentro de cuatro años, estará muy orgullosa de haber estudiado en esta Universidad.