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Belisario Betancur

Doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia. Investido en la Biblioteca Virgilio Barco de Bogotá el 28 de octubre de 2005


Laudatio por el Exmo. Sr. D. Justo Nieto

No pudo haber elegido la Universidad Politécnica de Valencia mejor orla para investir con el más alto honor que una Universidad puede otorgar, el de Dr. Honoris Causa, o Dr. por causa de honor, al Excmo. Sr. D. Belisario Betancur, que un acto irrepetido como el que está teniendo lugar en estas piedras seculares de la Biblioteca Virgilio Barco.

Nunca había pasado nada igual. Nunca antes una Universidad española había trasladado su claustro a otro país para en un acto académico y solemne realizar la investidura de un centenar de doctores. Ni de España, ni desde otra parte. Ni de otra Universidad, ni hacia otro país. Togas, birretes, mucetas y puñetas. Guantes de la pureza y medalla de la luz interior.

Nunca hasta ahora había tenido lugar nada semejante. Irrepetido y posiblemente irrepetible. Por eso, antes de empezar mi intervención laudatoria, apadrinado y padrino, hemos decidido en virtud de acuerdo de pensamiento, que es acuerdo de sentimientos a diferencia de los acuerdos de palabra y de oficio que son acuerdos de sentidos, que queremos unir nuestra felicitación a todos los que han protagonizado y han hecho posible este ritual.

Dicen los libros viejos que a los Doctores Honoris Causa les hacen las laudatios para decir aquello que por sabido ya ni se dice. No es este el caso del Dr. D. Belisario Betancur. Todos los que aquí estamos y todo aquel que tenga acceso a alguna fuente de información acumulada del siglo XX, ya sean anales, enciclopedias o redes, sabe, porque así figura en letras indelebles, de la existencia, obra, valor moral y valor del otro, capacidad política, talento, honestidad, visión, humildad, ambición de y por Colombia, prestigio... , entre otros muchos méritos, de D. Belisario Betancur. Y aunque pudiera parecer que la laudatio sería por tal motivo, innecesaria por redundante, yo reclamo la pertinencia de la merecida laudatio, pues tengo la pretensión de que mis palabras puedan llegar a todo el Universo, a cualquier escondido rincón de más humilde galaxia, para que cualquier forma de vida inteligente, para que cualquier forma de belleza cuya alma sea la bondad, sepa que hoy, aquí en Colombia, sede de cosas divinas, posiblemente el lugar más bello de la tierra; sede de casa divina, pues la dignidad de la morada, por pobre que esta sea, la llena la bondad de la mujer colombiana. Una bondad que es el alma de su belleza. Belleza y bondad y responsabilidad de la mujer colombiana, en especial como madre.

Dicen que cuanto más sabemos, más huérfanos de comprender estamos huérfanos de comprensión y de otras cosas porque solo se posee lo que se comprende. Una de las cosas que comprendemos los que somos mayores es el gozo que representa nacer de mujer. Dicen que los hombres ríen porque aprendieron a reír de niños y dicen que los niños ríen, porque los tunantes, aún ya antes de nacer; ya saben el gusto que da, la tranquilidad que da, la comodidad que da, el ser hijo de mujer. Sentirse gestado, alimentado, acariciado, calentado, besado, protegido, lavado, vestido, sentido, perfumado, enseñado por una mujer. ¡Y precisamente por la madre! ¡Hasta Dios quiso nacer de mujer, ser hijo de mujer!

Quisiera con estas palabras rendir homenaje a los padres del Dr. Betancur, campesinos y pobres, D. Rosendo Betancur y Dña. Ana Otilia Cuartas, ellos, sin duda, visionaron y estimularon el futuro de aquel niño, Belisario, hacia el alto destino que le ha tocado protagonizar. Ellos, sin duda, son el espejo de muchos otros padres que no vacilan es autoexigirse, en inmolarse, en un sacrificio heroico y generoso para que sus hijos puedan llegar a ser y a tener las oportunidades que a ellos les fueron negadas.

Ya empiezo, querido Rector, querido apadrinado, señoras y señores, ya empiezo, pues como Vds. están viendo hay riesgo razonable de que no deje la palabra y no pueda acabarse el acto, pues es sabido que cuando los ex Rectores (e incluso los Rectores) toman la palabra no terminan de hablar. Ya empiezo como suelen empezar estos actos diciendo que... así fue como la Madre Tierra que hasta entonces había gestado, por los siglos de los siglos, santos, sabios, poetas, huérfanos de justicia y esperanza, seres anónimos del trabajo y de la pena, recogida en si misma y temerosa que el hombre universal y armónico desapareciese, el cuatro de Febrero de 1923, en el Morro de la Paila, Amagá, Antioquía, Colombia, concibió a un hombre sensible y bueno, inteligente y caballero. Eligió el lugar oportuno. El país más bello del mundo y los mejores aliados para tal fin: Don Rosendo y Doña Ana, y el hombre se llamó y se llama, Excmo. Sr. Don Belisario Betancur. Nacido en el seno de una familia humilde y numerosa, Belisario Betancur inició sus estudios en la vereda El Morro de la Paila, donde nació, y luego los continuó, becado, en el Seminario de Misiones de Yarumal. Se graduó de bachiller en 1941 y de doctor en Derecho y Economía en 1947, con la tesis "El orden público económico", de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín. También recibió el grado de Doctor Honoris Causa en Humanidades de las Universidades de Colorado (1989) y Georgetown (Washington 1984) y de la Universidad Autónoma de Manizales 1995.

Fue diputado a la Asamblea de Antioquía (1945-1947); representante a la Cámara por Cundinamarca en 1950, y luego por Antioquía; miembro de la Asamblea Nacional Constituyente entre 1953 y 1957, donde proclamó que el presidente constitucional era Laureano Gómez y no Gustavo Rojas Pinilla; ministro de Trabajo en 1963, durante el gobierno de Guillermo León Valencia; y creador de la Asociación Nacional de Institutos Financieros (ANIF), de la que fue primer presidente, cargo que ejerció durante un año. Permaneció en España durante dos años como embajador de Colombia, y allí tuvo también la representación diplomática ante los países árabes. Fue candidato a la Presidencia en 1970 y en 1978.

Finalmente, el 30 de mayo de 1982 fue elegido presidente de la República, con 3,168,592 votos, hasta entonces la mayor votación en la historia del país. Siendo presidente, impulsó el Grupo de Contadora por la paz en Centroamérica, labor que le valió el Premio de la Paz Príncipe de Asturias en España. Betancur inició la apertura democrática en el país, con la incorporación de los principales grupos y movimientos armados a la vida civil; promovió la vivienda "sin cuota inicial", la universidad "abierta y a distancia", la campaña Camina, orientada a la alfabetización masiva, y que redujo dramáticamente la analfabetización y la amnistía tributaria. Durante su gobierno se aprobó la ley sobre elección popular de alcaldes; reformas a los regímenes departamental y municipal, al Congreso y a la justicia; el estatuto de televisión; la ley de los días festivos suprimidos o trasladados a lunes; y el nuevo Código Contencioso Administrativo. Se promulgó el estatuto básico de los partidos y comenzó la exploración y exportación de carbón de El Cerrejón Norte, y la emisión de los canales regionales de televisión como Teleantioquia y Telecaribe.

Paralelamente a su carrera política, Betancur ha ejercido el periodismo y la docencia. Cuando terminó su carrera de abogado escribió en El Colombiano, La Defensa, Jerarquía, Semana, y llegó a ser director de El Siglo. En asocio con Luis Carlos Ibáñez y Fabio Lozano Simonelli, fundó la editorial Tercer Mundo. Autor de numerosos libros sobre educación, economía, política y sociología, se destacan: Base para un gobierno nacional, Colombia cara a cara (1961), El cruce de todos los caminos (1963), El viajero sobre la tierra (1963), El rostro anhelante (1966), Imagen del cambio social en Colombia (1966), A pesar de la pobreza (1967), De la miseria a la esperanza, La ayuda externa (1970), Desde el alma del abedul, Despierta Colombia (1970), Populismo (1970), Desde otro punto de vista (1975), La otra Colombia (1975), Dinero, precios, salarios (1975), Cristo del desarrollo, El muro antes cegado, Cambio, planes y propuestas del Movimiento Nacional, Cambio, cambio, Sí se puede (1982), El compromiso de la paz: informe al Congreso de Colombia 1982-1986 (1986), El homo sapiens se extravió en América Latina (1990) y El lenguaje como expresión de la historia de Antioquía (1991), entre otros. También ha escrito cuentos como Agua linda, Media vuelta a la derecha, y El viajero sobre la tierra, en prosa y verso.

Luego de abandonar la Presidencia se ha mantenido alejado de la escena política. Es miembro del Consejo Pontificio de Justicia y Paz, de las Academias Colombianas de Historia, de Jurisprudencia y de la Lengua, y de la Comisión Suramericana de Paz, coordinador de las ediciones emblemáticas del V Centenario; se ha desempeñado como presidente de la Fundación Santillana para Iberoamérica, con sede en Bogotá; de la Comisión de la Verdad en el proceso de paz de E1 Salvador; del grupo ministerial "1992", año de la Salud de los Trabajadores de América Latina y el Caribe; y de la oficina Panamericana de la Salud en Washington; como vicepresidente del Club de Roma para América Latina; Presidente en 1998 de la misión IDEA (Suecia) para apoyar el proceso de paz de Guatemala y colabora con instituciones culturales como el Museo de los Niños, la Casa de Poesía Silva y el Museo de Arte Moderno.

Con los presidentes Carter y Sanguinetti, participó en el Grupo de Bambito en Panamá, para preparar ese país para la reversión del Canal. En 1983 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional; y en el año 2003 recibió el Premio Gabarrón de Valladolid, por su promoción de la paz y su defensa de la lengua española. Es miembro de la Academia Pontifica de Ciencias Sociales creada en 1994 por el Papa Juan Pablo II, con sede en Roma. Miembro del Circulo de Montevideo (1996) liderado por el Ex Presidente de Uruguay, Julio María Sanguinetti. Pertenece al Grupo de expresidentes que trabaja por la paz en el mundo en el Centro Jimmy Carter (Atlanta, E.U.)

Es miembro del Club de Madrid, de expresidentes por la paz del mundo. Tiene numerosas condecoraciones, entre ellas la Gran Cruz de Isabel La Católica y la Orden de Carlos III, de España; la Gran Águila Azteca de México; la Legión de Honor, de Francia; y otros de varios países latinoamericanos.

Don Belisario Betancur a dado a su Patria todo lo que un humanista generoso, plurifacético y sólidamente culto, puede dar, y cuyo perfil desborda, naturalmente, las fronteras de su Patria.

En Don Belisario se reconoce a un sabio antiguo, discípulo de Aristóteles, en una continua enseñanza de la politeia aristotélica, en un continuo aprendizaje del porvenir, en una continua excursión al futuro, al futuro, que es un encargo que le hacemos al pensamiento.

D. Belisario, nombre capadocio que se diría salido de El Quijote. Con los libros de D. Belisario se podía hacer una ruta espiritual desde el "Colombia cara a cara", en donde se da "el cruce de todos los caminos" hasta el "Despierta Colombia" para, "A pesar de la pobreza", convertirse en "viajero sobre la Tierra".

Pobreza. Maldita pobreza que solo tiene de bueno el habernos dado a probar como no debe ser este mundo. Lo ha dicho Don Belisario y, como buen colombiano, mucho lo ha dicho ya en forma de cuento.

¡Que joven es Colombia, cuantas páginas del Quijote ha escrito, cuanta sabiduría ha acumulado, y que seguros estamos muchos de que esa sabiduría se convertirá en todo lo bueno y mejor que el hombre necesita! Porque nunca en la Historia Universal hubo un pueblo que, con una descomunal expresión literaria de su alma (como es paradigmáticamente el caso de Colombia y de sus hombres), no haya alcanzado los bienes de la politeia aristotélica.

El libro de Germán Arciniegas ese colombiano que vió llenando exactamente el siglo pasado de punta a cabo con sus 99 años de siembra y elegancia, su libro Biografía del Caribe, lleva un prólogo que titula el autor "prólogo de la vida" y que coloca al final, no sin intención. Después de contar cuatro siglos de vida querubínica y pirata del Caribe, supongo que para que no se asuste el lector europeo, advierte: "Debajo de esa muchedumbre que lleva cuatro siglos de estar moviéndose en el subterráneo de la vida americana, ha corrido la savia de aspiraciones más altas"... Lo creemos, solo con mirar al hombre en quien honramos a su patria hoy. Lo creemos. Y nos asociamos a José Enrique Rodó allá donde pronostica que "cuando se realice la futura unidad de la gran familia ibérica, ha de parecer error inexplicable el que no se haya realizado antes". Pero, de momento, el Dr. Belisario Betancur ya es nuestro, y los 104 doctores investidos son nuestros y la emoción brotada en Colombia, las lágrimas derramadas en Colombia, la amistad compartida desde Colombia y el amor nacido desde Colombia, son nuestros.

Muchas gracias

Justo Nieto Nieto, Conseller de Empresa, Universidad y Ciencia

Así pues, considerados y expuestos todos estos hechos, dignísimas autoridades y claustrales, solicito con toda consideración y encarecidamente ruego que se otorgue y confiera al Excmo. Sr. D. Belisario Betancur el supremo grado de Doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia


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