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Enric Valor i Vives

Doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia. Investido el 22 de diciembre de 1999


Discurso

Excelentísimo y Magnífico Sr. Rector,
Doctoras y doctores,
Señoras y señores,
Amigas y amigos,

UN BREVE APUNTE SOBRE MI OBRA LITERARIA

Antes de entrar en materia, permítanme que haga una pequeña introducción de carácter personal, para lo cual les pido su indulgencia y comprensión.

En primer lugar, tengo que decir que mi campo de operaciones, si así puede denominarse, ha dependido en buena parte de mi lugar de nacimiento y de las relaciones familiares, y mi trabajo de las circunstancias que rodearon mi formación.

Nací en la comarca de l'Alcoià, en el pueblo de Castalla. Eso fue en 1911, de manera que, como todos los de mi generación, he vivido muchas transiciones y he presenciado innumerables vicisitudes y incluso los cambios (algunos fueron muy trágicos) que afectaron a toda nuestra tierra en peso en la primera mitad de nuestro siglo. También profundos y no siempre favorables cambios de vida y costumbres, grandes y beneficiosos avances de la técnica y de las ciencias en general, y al mismo tiempo grandes convulsiones que han transformado la fisonomía de Europa y de nuestro País Valenciano, como han sido la Guerra Europea del 14 (cuando acabó, yo tenía siete años), naturalmente la Guerra de España de 1936 y la Mundial de 1939 a 1945. Dentro de este largo período, el conato de revolución de 1917, de gran repercusión en l'Alcoià, la dictadura de Primo de Rivera, la revolución proletaria de 1936 y la seudorevolución nacionalsindicalista bajo la dictadura del general Franco que erosionó gravemente la identidad y la personalidad del País Valenciano haciendo retroceder el uso general de nuestra lengua, contribuyendo en ciertas zonas a su degradación y aumentando el desconocimiento y la confusión de nuestro pueblo en cuanto a sus orígenes y su historia.

Después del gran silencio de la dictadura franquista, nuestra lengua recupera con la democracia actual su oficialidad compartida con la del castellano, que aún mantiene la preponderancia en la enseñanza, en los medio de comunicación y en el uso oral de las grandes ciudades. Sin embargo, nuestra lengua ya se estudia en todo nuestro país, más o menos plenamente. Vuelve a cultivarse literariamente. También aparece, aunque minoritariamente, en el teatro, en la radio, la televisión y el cine.

Ante todo esto, tenemos que decir que todos los valencianos estamos moralmente obligados a contribuir al uso, cultivo, respeto y difusión del valenciano, nuestro catalán; y aunque los estudios de otras lenguas pueda enriquecernos, no podemos consentir la destrucción cultural y espiritual de nuestro pueblo por medio de la implantación totalitaria de otro idioma. Como bien decía mi amigo Sanchis Guarner, la pérdida del idioma propio significa la muerte cultural de una patria.

Y ahora hablemos de literatura...

Mi formación autodidacta de narrador. En la modesta biblioteca de mis padres pude leer una buena cantidad de narrativa importante, especialmente novelística. Cuando mi padre murió, en 1935, me hice cargo de la mayor parte de aquellas obras, que yo había aumentado bastante con adquisiciones nuevas desde 1930 (de narradores castellanos y catalanes, y de narradores de otros países).

Además, tuve la oportunidad de conocer obras literarias de escritores en lengua catalana por otros medios que no eran la compra de novelas, como, por ejemplo, con el servicio de préstamos practicado por la librería alicantina de Llorenç Carbonell, alcalde republicano de Alicante. Después de nuestra guerra civil, en los años cuarenta, ja viviendo en Valencia, y en la tertulia politicoliteraria del señor Adlert Noguerol, que disponía de una extensa biblioteca con mucha narrativa en catalán, instauró dejar en préstamo sus libros a los miembros jóvenes de la tertulia. En la posguerra última me hice socio del Ateneo de Valencia donde, durante años, dispuse de su biblioteca inmensa y amplié mis lecturas y mis estudios modestos de literatura en obras especializadas.

Yo, que al principio de mi adolescencia ya me hacía la ilusión de que algún día escribiría novelas, pensaba que el adiestramiento para llevarlo a término no sólo lo conseguiría leyendo lo que habían escrito los escritores famosos, sino también estudiando algún método en que se diesen las reglas para aprender el oficio de escritor. Sin embargo, también me imaginaba que alguna cosa se podía hacer confiando en el puro instinto. A los doce o trece años ya había hecho pruebas literarias: descripciones de paisajes y también algunas pequeñas narraciones. Los títulos de estas narraciones eran L'aventura de Franz Liezen , L'hereu de L. Brooverson y L'experiment de Strolowickz . (Tengo que hacer un pequeño inciso para recordar que había aprendido a leer desde niño nuestra lengua con una colección de L'Esquella de la Torratxa que mi padre adquirió en Barcelona cuando era alumno de Filosofía y Letras en su Universidad. No disponíamos entonces de otros textos).

En 1929 adquirí unos libros de la editorial L'Estel: la novela Ícar o la impotència de Artur Perucho, L'espill a trossos de Almela y Vives y Proses de viatge de Eduard López Chávarri, que me causaron una gran impresión, y sobretodo me ayudaron mucho a mi mejor conocimiento del catalán literario.

En el 1933 me trasladé a Alicante, y mis actividades valencianistas tomaron nueva impulso. Comencé a escribir en catalán en el semanario El Tio Cuc . También colaboré sobre temas culturales y nacionalistas en el diario El Luchador .

Ya residiendo en Valencia, hacia 1934, me relacioné poco a poco con todo el valencianismo político y cultural. Continué colaborando en la prensa nacionalista: escribí en El Camí , y muy asiduamente en otro periódico semanal El País Valencià, que defendía el valencianismo progresista, y también publiqué algunas recensiones de novelas en catalán en la revista La República de les Lletres .

Antes de 1936 ya me creía un poco preparado y escribí mi primera novela, que titulé El misteri del Canadian , de tema cosmopolita, una especie de mezcla de amor, aventura y misterio. Pero la confusión de la Guerra Civil propició que esta opera prima se perdiera.

Mis novelas. Algunos títulos recogen mi obra literaria: las Narracions de la Foia de Castalla, las Narracions intranscendents , más un par de narraciones sueltas publicadas en periódicos, las 36 Rondalles valencianes . Y, últimamente, Un fonamentalista del Vinalopó i altres contarelles . A parte de esa extensa suma de literatura en prosa de obra quizá menor, tengo escritas y publicadas cinco novelas: L'ambició d'Aleix, La idea de l'emigrant y las tres que constituyen el ciclo de Cassana: Sense la terra promesa, Temps de batuda y Enllà de l'horitzó .

Es muy difícil para bastantes novelistas explicar por qué han escrito una determinada novela o una determinada trilogía. Sin duda, como ya ocurre con la vocación de escritor, intervienen factores no plenamente conscientes (un instintivo amor ilusionado por la literatura como arte más que nada, es decir, un sentimiento estético);

de otros, que ya lo son más (el deseo de expresar y contar a los otros lo que el escritor piensa que ha aprendido en la vida sobre las pasiones, los sufrimientos, la psicología de los personajes, de tantos personajes que pululan por el mundo, a su lado mismo).

Enric Valor i Vives

Hay que decir que muchos hombres, como me pasa a mí, sentimos un gran placer en la creación de mundos ficticios que suplantan con éxito el mundo real. En mi caso, sin una relación de causa a efecto en cuanto a su publicación. Escribir por escribir ya es una especie de objetivo ilusionadamente logrado. Naturalmente, después viene la emoción de ver nuestro hijo salir a la calle y saber que vive su vida en la mente de los lectores.

Esto establecido, en mi asunto de escribir, las circunstancias adversas (para mí y para todos mis colegas) han durado muchísimos años. Han sido cuarenta años de censura, y otros años difíciles para los que usamos en nuestra producción una lengua durante muchos siglos despreciada o perseguida. El retraso (10 años) en la publicación de la primera novela de la postguerra, L'ambició d'Aleix , cambió el rumbo de mi trabajo, que se transformó en búsqueda de temas rondallísticos y su conversión en textos literarios. Pero, finalmente en 1975 comencé con decisión un ciclo con la novela Sense la terra promesa y que he continuado con Temps de batuda y acabado con la última: Enllà de l'horitzó . La decisión de construir pacientemente lo que se ha designado como el ciclo de Cassana ha sido muy firme. Era mi mundo: lo conocía profundamente, tanto en tiempos aparentemente idílicos como en otros más tenebrosos y trágicos. Era un tema, para mí, precioso y estimulante; los grandes novelistas valencianos anteriores a mí no se habían ocupado con decisión. Blasco dio cuenta, espléndidamente, de la zona central del País Valenciano, y Miró y Azorín dieron algunas magníficas novelas (no muchas) sobre el sur valenciano. Además, los tiempos que incluye finalmente mi ciclo quedaba ya fuera de sus vidas.

Mis rondallas. Todos los pueblos del mundo tienen o han tenido un tesoro de cuentos populares, fabulosos especialmente, que los viejos han contado delante del fuego en las noches de invierno en los países templados, o en las noches serenas de los trópicos, ante escuchadores más o menos niños. Dejadme que lo cuente con las palabras que yo mismo escribí en el prefacio de mi primer volumen de rondallas: "A fuera, en la noche cruda, la lluvia fría o la nieve callada o los rudos vientos que azotaban puertas y ventanas; dentro, el hogar de la chimenea exuberante de grandes astillas y cepas olorosas y de llamas alegres y inquietas; la familia y a veces algún amigo, delante del fuego, sintiendo todos aquella dulzura de encontrarse a cobijo de las inclemencias del tiempo como en el claustro materno". Entonces aparecía el principio de la rondalla con alguno de los principios estereotipados: "Això va anar i era...", "Diuen que era una volta...".

Estas veladas solariegas fueron una de las primeras fuentes de la rondallística que he recogido y literaturizado. Claro es que muchas de las rondallas que entonces, siendo yo niño, se grabaron en mi memoria fueron, al menos, fragmentariamente, bastante olvidadas por mí, pero otras no. Y ya mayor y interesado en esta clase de literatura oral, pude recordarlas o reconstruirlas, unas y otras, con auxilio de familiares míos, especialmente de mi madre. De aquella época de natural recogida son: "El dimoni fumador", "El jugador de Petrer", "El xiquet que va nàixer de peus", "Las velletes de la Penya Roja", "L'envejós d'Alcalà", "Les animetes", "Llegenda del palleter", "Joan-Ratot", "La rabosa i el corb" y "Comencilda, Secundina i Acabilda".

La recogida de las otras veintinueve rondallas literaturizadas y publicadas por mí fue muy trabajosa. Se trataba ya de un trabajo a cosa hecha, emprendido después de la Guerra de España, cuando se habían perdido muchas costumbres, se degradaba el idioma y se perdía la memoria de muchas cosas nuestras. Era necesario y indispensable interesar y interrogar personas generalmente más viejas que yo, que hubieran vivido plenamente aquel mundo de finales del siglo pasado y principios del presente. Los contactos fueron muy diversos; la búsqueda fue muy fortuita y desordenada. Un trabajo de años y de paciencia.

En resumen: tres designios o intenciones presidieron la redacción literaria de los temas encontrados en boca de montañeses y aldeanos:

a ) Nacionalizar las rondallas, que muchas veces sin fijación del territorio donde ocurren las acciones, me parecía que perdían realidad y, así, las he situado en montañas o costas conocidas pertenecientes a pueblos valencianos de pura cepa, a veces solamente indicados.

b ) Describir nuestros paisajes, dar a conocer bastantes plantas nuestras y algunos árboles de nuestros bosques, poner nombres valencianos, presentándolos con nuestro humor peculiar, a los diversos personajes.

c ) Utilizar un lenguaje llano, popular, pero correcto, rico de vocabulario como es el valenciano que aprendí en mi infancia y en mi primera juventud, y hacer literatura de todo ello dentro del género y no folclore a secas. Es decir: hacer una obra que, al mismo tiempo que distraída -y si era posible divertida- procurase también un poco de enseñanza de nuestro catalán. También, por supuesto, mostrar muchas peculiaridades psicológicas y costumbristas de nuestra querida gente de la montaña y del llano.

Es posible que no haya logrado plenamente mi ambición; pero, de todas maneras, considero que se han de leer con el pensamiento dispuesto a indagar, a través de esta modesta literatura, el alma y el ánimo auténticamente y atractivamente populares de nuestro pueblo.

He dicho.


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