
La mayor dana registrada en la historia reciente de la Comunitat Valenciana dejó al descubierto un problema del que apenas se habla: la gigantesca cantidad de residuos que se generan y el riesgo que suponen si no se gestionan de forma adecuada. Ahora, un estudio de la Universitat Politècnica de València (UPV), publicado por Fundación Naturgy, demuestra que la planificación de la gestión de residuos es una medida esencial para afrontar futuras inundaciones. “Su correcta gestión nos ayudaría a reducir sus efectos y facilitar una recuperación mucho más rápida”, señala Miguel Ángel Artacho, profesor de la UPV, director del Centro de Investigación en Dirección de Proyectos, Innovación y Sostenibilidad (PRINS) y autor del estudio.
El documento, que se presentará este jueves 11 de diciembre a las 12.00 h en el salón de actos de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial de la UPV, analiza lo ocurrido tras la dana y propone un conjunto de actuaciones para evitar que los residuos agraven los daños en próximos episodios. La inscripción a la jornada está abierta en este enlace.
Cuando una inundación afecta a zonas urbanas, la producción de residuos se multiplica de forma drástica. En la dana que el 29 de octubre de 2024 asoló parte de la provincia de Valencia se recogieron cerca de 1,5 millones de toneladas, una cifra equivalente a la generación anual de toda la Comunitat Valenciana. Esta avalancha de materiales dañados y arrastrados por el agua tensionó significativamente los sistemas convencionales de gestión y añadió nuevos riesgos.
Los residuos pueden bloquear infraestructuras de drenaje, empeorar la duración y el alcance de la inundación, impedir el acceso de los equipos de emergencia, generar riesgos sanitarios y ambientales y retrasar la vuelta a la normalidad de las zonas afectadas.
El estudio propone reforzar el análisis de experiencias pasadas, diseñar planes específicos de gestión de residuos, mejorar la coordinación entre administraciones, empresas y ciudadanía, incorporar especialistas en residuos en los equipos de emergencia, simplificar los procedimientos legales y avanzar en tecnologías como inteligencia artificial, sensorización o blockchain para mejorar el control durante y después del desastre. También subraya la importancia de la educación y la formación, tanto de los técnicos como del conjunto de la población, para garantizar respuestas más eficaces.
Artacho destaca además varias áreas en las que todavía falta investigación. Entre ellas, la necesidad de crear estructuras organizativas más robustas para atender los desastres, perfeccionar los modelos de previsión de residuos, mejorar el análisis de riesgos y evaluar los distintos métodos de tratamiento teniendo en cuenta su impacto ambiental, económico y social a largo plazo. “El futuro ya no es lo que era; los desastres naturales, o más bien climáticos, tampoco son como antes. Comprender su dinámica y planificar la gestión de residuos es esencial para reducir sus consecuencias”, concluye Artacho.
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