Desde el viejo proverbio indio que dice que el planeta Tierra no es un regalo de nuestros padres sino que lo tenemos en alquiler para nuestros hijos, hasta el informe Bruntland de la ONU que en 1987 utilizó por primera vez el término desarrollo sostenible.

En el periodo histórico actual todos hablan de desarrollo sostenible y coinciden en que es necesario proteger el medio ambiente y adoptar comportamientos y procesos que garanticen la conservación de los recursos naturales. Las aplicaciones de los principios de sostenibilidad se pueden encontrar en todos los ámbitos de nuestra vida: las elecciones de la comida, de los transportes, de la ropa, de los viajes…

La calle, por ejemplo, y el espacio público en general, tienen una función muy importante en nuestra cotidianidad: es el lugar donde transcurren un alto porcentaje de nuestras horas. En el espacio público es donde desarrollamos muchas de nuestras actividades: desde las más públicas como manifestarse, participar en ferias y eventos culturales, practicar deporte, pasear, etc... El espacio público debe permitir al ciudadano desarrollar su vida con normalidad. Sin embargo, con el uso masivo del vehículo privado, se han generalizado en todo el mundo una serie de disfunciones. El coche es el medio de transporte que más energía consume por persona transportada y kilómetro recorrido, que más contribuye al cambio climático (según el informe Los problemas del coche, de Ecologistas en acción, “los coches son responsables del 80% de emisiones de NO2 debidas al tráfico y del 60% de emisiones de partículas”), que más espacio consume (el coche es el medio que ocupa más espacio por el tiempo que permanece estacionado), que más contaminación del aire provoca en relación a efectos sobre la salud (irritación de ojos, superficies mucosas y pulmones, incrementos en la mortalidad total, mortalidad por enfermedades respiratorias y cardiovasculares, pérdida de funcionamiento pulmonar y riesgo de incidencia del cáncer de pulmón, entre otras).

Para garantizar un espacio público de calidad y disminuir la presencia del vehículo motorizado –tanto público como privado-, BCNecologia (la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona), ha diseñado la Supermanzana. Se trata de un de un área de 400 x 400 metros que agrupa varias manzanas tradicionales, en cuyo interior pueden circular solamente los peatones y, en condiciones especiales, cierto tipo de tráfico, como vehículos de residentes, servicios, emergencias y carga y descarga. La velocidad máxima en la Supermanzana es de 10 km/h -velocidad compatible con el peatón–, por lo que es un elemento clave en el modelo de slow city).