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Jacques-Yves Cousteau

Doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia. Investido el 24 de noviembre de 1990


Discurso

Sr. Presidente de la Generalitat Valenciana,
Señor Rector Magnífico de la Universidad Politécnica de Valencia,
señor Profesor Marcelino Conesa Lucerna,
Señores Miembros del Claustro de la Universidad Politécnica de Valencia,
señoras y señores:

Desde que yo me lancé, pronto hará casi 50 años, al descubrimiento de un mundo submarino, nada podría haberme sugerido que yo merecería un día el honor que me habéis hecho hoy, y os estoy profundamente reconocido.

Yo quisiera, no obstante, que a través de mi persona, es al equipo que yo dirijo al que habéis recompensado. El cual, desde el principio de mis trabajos, me ha sido fiel discípulo sin faltar nunca a su deber.

Durante todos estos años, mis amigos y yo, de exploradores hemos llegado a ser especialistas del comportamiento para convertirnos después en ecologistas al medir el daño hecho al mundo submarino por la incuria, la falta de comprensión y, sobre todo, la ignorancia de la población.

Al cabo de 35 años de exploración a bordo de "El Calipso" por todos los mares del mundo, hace cinco años con dos navíos de investigación "El Calipso" y el navío de propulsión mixta (es decir equipado de turbo-velas) "El Alción" ("Alción" significa "hija del viento"), nos lanzamos en un viaje alrededor del mundo con dos mares -uno en el hemisferio norte, otro en el sur- y hemos llegado a esta empresa considerable del Segundo Descubrimiento del Mundo.

¿Por qué Segundo Descubrimiento?

El mundo ya estaba cartografiado, los fondos submarinos sondados y la biología marina debidamente repertoriada, pero un elemento nuevo influyó considerablemente, este fue la presencia humana.

En consecuencia, durante estos cinco años nos detuvimos en 40 localidades: islas, cabos, continentes, lugares en los que las poblaciones gozaban de diversidad considerable de cultura, de religión, de modo de pensar, de modos de explicitación, de modos de vida.

Estudiamos la interacción de estas poblaciones sobre el sistema acuático en general, e inversamente, la influencia que este mundo acuático (la lluvia, la nieve, el hielo) ejercía sobre estas poblaciones.

En 1993, cuando hayamos concluido esta exploración, cuando regresemos tras más de siete años de viaje de circumnavegación, habremos enriquecido nuestro saber, habremos acumulado documentos y esperamos poder hacer una síntesis de estos trabajos, que puede que constituyan, pienso yo, los fundamentos de una ciencia nueva que llamamos entre nosotros la "eco-sociología".

Pues finalmente, la ecología sola no es suficiente: no se trata únicamente de proteger las especies animales, protegerlas ¿para qué?, sino es para el hombre, no se trata sólo de mejorar las comodidades de nuestra vida, esto es egoísta y no conduce a gran cosa sino a la exacerbación de los malos instintos. Se trata de participar en una mejora de la integración del hombre en una naturaleza que nos fue dada; naturaleza la cual es muy limitada pues hace 20 años, recordad, cuando los primeros astronautas pisaron la luna y tomaron, hace 20 años, esta fotografía extraordinaria que representaba por vez primera nuestra Tierra, ese planeta azul, rodeado de nubes, ese planeta dotado de agua líquida y de agua de vapor, ese planeta, el único del Sistema Solar que podía engendrar la vida, y sobre todo, la diversidad de vida que conocemos. Pues bien, esta fotografía señalaba hace veinte años la unidad de nuestro planeta, el hecho de que fuese limitado de que éramos sus dueños, y que, como tales, teníamos la tarea abrumadora de mantenerlo y mejorarlo. En lugar de mantenerlo y mejorarlo, sólo hemos conseguido, hasta ahora, dañarlo y ponerlo en peligro.

Esa gran empresa puesta en obra del planeta, ese deber que hemos heredado fue puesto en peligro por una serie de factores. Mientras navegábamos, el mundo iba caminando rápidamente y cada vez más deprisa, la población del mundo se disparaba. Esto constituye, e insisto constantemente sobre este factor, un hecho de considerable gravedad. Pensad que durante mi vida la población del mundo se ha triplicado y ha llegado a ser exponencial. Pensad en que cada seis meses hay una Francia nueva, 50 millones de nuevos individuos, cuando nos es costosísimo administrar nuestro pequeño país, cada seis meses hay uno nuevo que nace, cada diez años una nueva China que respaldar, mantener, administrar y satisfacer sus necesidades. Hemos alcanzado un punto en que esto resulta insoportable. Ya existen en nuestra población de 5.000.000.000 de individuos (5.400.000.000) unos 3.000.000.000 de individuos que no tienen acceso al agua potable. Tenemos una responsabilidad tremenda al seguir aprovechándonos egoístamente de los pocos recursos disponibles sobre tierra, privando de ellos a las 3/5 partes de la población.

Jacques-Yves Cousteau

Asimismo, el destino político de algunos países ha cambiado radicalmente. Europa se va desarrollando y va cobrando personalidad, la Antártida está amenazada y exige cuidados totalmente nuevos pues allí, en la Antártida es donde se forma el clima mundial.

Hemos tenido que preocuparnos con urgencia de la Antártida -la suerte de la Antártida está actualmente debatida en Chile con largas discusiones- y naturalmente nuestra fundación tiene representantes activos para participar en ellas con la esperanza de convencer a los países todavía reacios de una protección de la Antártida absolutamente indispensable.

Año tras año, nos hemos percatado de que las causas de esa destrucción del planeta, de esa destrucción de recursos, provenía sobre todo del hecho de que nuestra civilización es una civilización de cortas vistas. Los políticos, que son en teoría los que toman las decisiones mayores, son miopes, pues el único período de tiempo que les es perceptible es el que abarca hasta las próximas elecciones. Los industriales tienen también, y todavía más diría yo, tal cortedad cuando sólo piensan en el próximo balance y en la próxima reunión de los accionistas. El mundo es miope cuando lo que necesitamos son decisiones a largo plazo, decisiones para las generaciones futuras.

La segunda causa, ya la he mencionado, es la proliferación salvaje de la población. Quizás sea la más importante.

Finalmente, es el hecho de que hoy en día todo está valorado por el dinero. Es el reino del Ternero de Oro descrito en la Biblia y desgraciadamente ya no tenemos a un Moisés que descienda de nuevo para derrumbar esa estatua del Ternero de Oro.

Estos tres factores han acarreado, desde hace casi un siglo, la eliminación de los valores morales. Y esta eliminación ha tenido el efecto de un boomerang al aumentar más todavía la eficacia de la proliferación salvaje, del reino del Ternero de Oro, y del deterioro de la naturaleza.

La religión, el concepto de familia, el amor por la patria, eran el cimiento de todas las sociedades durante millones de años. Estos valores destruidos o menospreciados no han sido reemplazados. No hay que reemplazar, sino restablecer, alguno de los aspectos de esos valores fundamentales. Hay que enseñar a los niños la solidaridad de todos los seres vivos, no sólo en el espacio (es decir no sólo hay que luchar contra el racismo), sino también en el tiempo (es decir que los niños tienen que sentirse solidarios de los que no han nacido todavía). Es necesario que los futuros capacitados de decisión, los que son formados en las universidades y aquí mismo naturalmente, aprendan y tomen por modelo la sabiduría de algunas sociedades primitivas como la de los Papúes o la de los Jívaros, los cuales no dan ningún paso sin pensar en sus nietos o sus biznietos.

Les voy a referir una anécdota significativa:

Un día, el Consejo de los Sabios de la Tribu decidió que precisaban de un barco nuevo. Se encaminaron hacia un árbol grande, lo eligieron por parecerles idóneo para construir una canoa maravillosa. Entonces hicieron una ceremonia alrededor del árbol para pedirle perdón:

- "Árbol, vamos a cortarte porque te necesitamos y te pedimos perdón por ello".
Cortaron el árbol y construyeron su barco. A la mañana siguiente, muy temprano, mi hijo observó al jefe de la tribu muy afaenado en cavar varios huecos y plantar en ellos unos arbolitos, así de grandes, y el preguntó:
- "¿Qué está usted haciendo?". Y este le contestó:
- "Ayer cortamos un árbol, estoy plantando otros, ya se que no los tengo que ver, tampoco mis hijos, ni mis biznietos pero quizás lleguen a ser algún barco para los hijos de éstos últimos".

He aquí las lecciones que tenemos que guardar en nuestro corazón. A los que son formados en las Universidades, se les debe enseñar, y se debe insistir en enseñarles que nunca deben contribuir a decisiones que puedan suprimir para las generaciones futuras las opciones de las que precisarán.


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