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Norman Foster

Doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia. Investido el 4 de diciembre de 1992


Laudatio por Vicente Más Llorens

De la misma manera que los antiguos encontraron la inspiración para su arte en los elementos de la naturaleza, nosotros- material y espiritualmente artificiales- debemos encontrar esa inspiración en los elementos del novísimo mundo mecánico que hemos creado, del cual la arquitectura debe ser la expresión más hermosa, la síntesis más completa, la integración artística más eficaz".

Este fragmento del Manifiesto de la Arquitectura Futurista fue publicado por Sant'Elia y Marinetti en 1914 y, por tanto, solamente puede ser aplicado a Norman Foster como una premonición.

Sin embargo, la comparación que proponen los futuristas entre ambas fuentes de inspiración, nos proporciona las claves para comprender aspectos relevantes de la arquitectura de Norman Foster: su disposición a dar cumplimiento a los nuevos requerimientos de la sociedad a través de formas y técnicas extraídas de las industrias más avanzadas de nuestro tiempo, y la sensibilidad y precisión con la que dichas técnicas han sido utilizadas como elementos del lenguaje arquitectónico, proporcionando con ello una nueva expresión a la arquitectura moderna.

El mecanismo por el que los materiales que constituyen los edificios se convierten en signos, y las técnicas constructivas en leyes sintácticas, ya está presente en los orígenes de la arquitectura clásica, pero a Norman Foster le cabe el mérito de haber encontrado una adecuada representación de la arquitectura de nuestros días, sus materiales y sus técnicas.

Su obra encarna la síntesis de diferentes posiciones y propuestas anteriores: la tradición decimonónica de la construcción en acero y vidrio; el organicismo en su búsqueda de armonía entre forma y estructura y la interpretación tecnológica de la arquitectura y las propuestas "no-compositivas" desarrolladas en los años 50. En ella se detecta la presencia de Brunel y Paxton, de Mies y Fuller, y también en Kahn y Wright, por citar solo las más evidentes. Es por lo tanto, una arquitectura perfectamente enraizada en la tradición del Movimiento Moderno, a una de cuyas principales tendencias personifica: aquella en la que la estructura se manifiesta como razón principal del sistema compositivo general del edificio, y los sistemas constructivos se convierten en los sintagmas del lenguaje arquitectónico moderno.

Por todo ello, la producción de Norman Foster constituye uno de los puntos de referencia más destacados de la arquitectura de la segunda mitad del siglo XX. Los arquitectos formados en este período no hemos podido sustraernos a la fuerza de las ideas arquitectónicas desarrolladas por él: la reinterpretación racional de los programas de cada nuevo edificio más allá de las premisas preestablecidas; la construcción con materiales "secos"; el cerramiento con vidrio sin carpintería, colgado directamente de la estructura; la agrupación de las más diversas funciones bajo un mismo techo "sombrilla"; la utilización de los cerramientos, verticales y horizontales como contenedores de todos los servicios del edificio; y el recurso a las tecnologías más avanzadas de nuestros días, como la aeroespacial, para su empleo en la construcción de edificios.

La Universidad Politécnica de Valencia se honra al incorporar a su Claustro de Profesores, a propuesta de la Escuela de Arquitectura y del Departamento de Proyectos Arquitectónicos, al arquitecto Norman Foster. Con ello reconoce, y en cierto modo hace suyas, unas aportaciones al mundo de la cultura arquitectónica, que no se han quedado solamente en el terreno de las propuestas teóricas o de las realizaciones fragmentarias, sino que se han materializado en hermosos edificios, presentes ya en todo el mundo.

En este, necesariamente breve, elogio del profesor Norman Foster, que se me ha encargado pronunciar en el Solemne Acto de su Investidura como doctor "Honoris Causa", me resulta absolutamente imposible analizar, e incluso enumerar, una obra que comenzó en 1963 con un refugio semienterrado en Cornualles y culmina, por el momento, en la torre de comunicaciones del Parque de Collserola de Barcelona. Pero no puedo dejar de citar aquí un selecto grupo de edificios sin cuyo magisterio no sería posible entender la arquitectura de nuestros días:

La Sede Central de Willis, Faber y Dumas en Ipswich (1973/74), donde Foster reinterpreta el ideal miesiano del edificio de oficinas recubierto de vidrio y organizado en planta libre, y para el que desarrolló los sistemas de vidrios colgados directamente de los forjados y unidos entre sí por juntas de silicona, que después se han distribuido comercialmente.

El Centro de Artes Visuales de Sainsbury (1974/78); edificio contenedor que con sus 6.200 m2. Acoge una escuela de arte, un restaurante, espacios para exposiciones, pequeños estudios y laboratorios. Para su construcción se emplearon solamente tres tipos de paneles: cristal, placa de aluminio y rejilla de aluminio, y una gran estructura tubular, que por sí mismos, configuran una piel profunda capaz de acoger todo tipo de instalaciones técnicas y de constituirse en auténtico espacio sirviente de todo el edificio.

La Sede Central de la Hong Kong & Shanghai Banking Corporation en Hong Kong (1979/86), que es la aportación de Foster a la tipología del rascacielos. Aquí el centro de la planta, que tradicionalmente se reservaba a los servicios y comunicaciones, a causa de su difícil contacto con el exterior, se ha convertido en espacio de relación, de altura múltiple, o en espacios para oficinas bien iluminadas, quedando las comunicaciones y servicios adheridos a la piel exterior. La estructura, patente en la imagen exterior o interior, se convierte en el sistema generador de la composición, configurando un orden gigante de raíz tecnológica que marca la escala del edificio.

El Centro de Distribución de Renault U.K. en Swindon (1982/83), donde Foster demuestra, una vez más, el modo en que un tema aparentemente secundario puede convertirse en soporte de una excelente arquitectura.

El Tercer Aeropuerto de Londres en Stansted (1981/85), donde la ligereza de la estructura, la utilización de sistemas constructivos propios de la aviación, la separación por plantas de los espacios sirvientes y servidos, y la integración en el paisaje natural y artificial, se convierten en poética metáfora del contenido arquitectónico.

Y la Torre de Comunicaciones de Barcelona (1988/92), una enorme estructura diseñada para simbolizar la nueva tecnología y para respetar el entorno natural, tanto durante el proceso de construcción como en su implantación definitiva.

Afortunadamente, el valor de la producción de Norman Foster ha sido internacionalmente reconocido desde sus comienzos: los críticos y los teóricos de la Arquitectura del Movimiento Moderno han dedicado una especial atención a la evaluación de su obra; las revistas especializadas han publicado repetidamente sus proyectos y edificios, y organismos de todo el mundo han premiado su obra reiteradamente.

Sin nombrar los premios y medallas, debo recordar que Sir Norman Foster es doctor "Honoris Causa" de las Universidades de Bath, East Anglia y Humberside; miembro honorario de la Royal Academy of Arts de Londres, de la Society of Industrial Artist and Designers, de la Academia Internacional de Arquitectura de Sofía, del American Institute of Architects y del Bund Deutscher Architekten.

Aunque quizás, la imagen más apropiada del nuevo doctor "Honoris Causa" de la Universidad Politécnica de Valencia sea la frase con que Kenneth Frampton concluía su presentación como Premio Europeo de Arquitectura Pabellón Mies van der Rohe:

"...con ustedes Sir Norman Foster, arquitecto y poeta de la construcción".


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