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Jean Dausset

Doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia. Investido el 28 de junio de 2002


Discurso

Señor Rector, Señor Vicerrector.........etc........... Señoras, Señores


Es difícil para mí expresar la profunda gratitud que siento por tener el honor de convertirme en Doctor Honoris Causa de su ilustre Universidad. Procuré ser digno de este título.

Quiero dar las gracias en particular a mi gran amigo el profesor Santiago Grisolía por las palabras tan elogiosas que ha pronunciado sobre mí. Hace ya más de veintidós años que estamos unidos en un mismo pensamiento: el de que la ciencia debería estar al servicio del hombre, siempre respetando los valores éticos que fundan su dignidad. En concreto, son los problemas éticos levantados por el desciframiento del genoma humano los que nos han reunido, tal y como usted ha querido recordar ahora.

Desde esa fecha, ya lejana, los problemas de esta índole se han acrecentado en todas las áreas. A la eventual comercialización del genoma humano se ha añadido recientemente la reflexión sobre la clonación terapéutica o reproductiva y el empleo de las células madre. Admiro su vigilancia y su acción incansable en favor de las causas más bellas, como son la educación y la investigación.

Gracias, estimado Santiago, por haber querido hacerme partícipe de esa misma lucha.

Estoy muy orgulloso de compartir esta impresionante ceremonia anual de su Universidad, que ya es a partir de ahora también un poco mía. Sé cuánto inculcan a sus alumnos la noción de la tecnología al servicio del hombre. Esta noción que aprecio particularmente, por ser la de una asociación: El Movimiento Universal de la Responsabilidad Científica, de la que soy presidente y por lo tanto también en calidad de tal que me dirijo a ustedes, alumnos de una universidad orientada hacia la tecnología. Porque sabemos que no es la ciencia la que está hoy en día cuestionada, sino la tecnología que se deriva del uso de la ciencia. Evidentemente, no se trata de parar la adquisición de nuevos conocimientos, sino de ser vigilantes y que esos nuevos conocimientos se utilicen en beneficio de la humanidad y no en su detrimento, sin usos abusivos y perversos.

El mundo ha cambiado considerablemente a lo largo del último siglo. Nuestro gran planeta se ha convertido en una pequeña piedra perdida en un universo sin límite. La vida que apareció en él hace unos cuatro millones de años está amenazada por las actividades del hombre. Quisiera aprovechar este foro para lanzar un grito de alarma, pues estas amenazas son enormes: deforestación, desertización, esterilización de las tierras, cambio climático, penuria de agua dulce, tasa terrible de extinción de especies vivas, agotamiento rápido de los recursos de energía fósiles, petróleo y gas, y ello sin contar los riesgos derivados de la locura de los hombres como las guerras atómicas o biológicas. El célebre astrofísico francés Hubert Reeves nos previene al respecto: según él, "nadie puede decir si nuestro planeta será todavía habitable al final de este siglo, ni en qué condiciones vivirán nuestros nietos en 2050", ¡¡¡ y 2050 es mañana!!!

La mayoría de los científicos, en la que me incluyo, coincide con el testimonio, pero no debemos solamente compartir este pesimismo y cruzarnos de brazos. Hay que reaccionar. No se trata obviamente de volver a la edad idílica y bucólica de Virgilio, sino más bien de adaptarse a las nuevas conquistas técnicas poniéndolas al servicio de una nueva

Jean Dausset

civilización más humanista y solidaria en un entorno sostenible. Así pues, continúo creyendo que asistimos a una crisis de adaptación de la humanidad. La capacidad de adaptación de la especie humana es formidable: su historia da fe de ello. Pero la adaptación a estos cambios tan rápidos que me he tocado vivir no puede hacerse más que a lo largo del transcurso psicológicamente lento de las generaciones. La era industrial del carbón y posteriormente la del átomo del petróleo y del plástico, la era de la informática, se han desarrollado demasiado deprisa para permitir al hombre adaptarse a ellos tanto psicológica como físicamente. Hará falta sin duda que transcurran varias generaciones antes de que la humanidad vuelva a encontrar un equilibrio.

Nuestro deber es claro. Se trata de permitir, e incluso de acelerar esta adaptación, transmitiendo a nuestro alrededor la noción de responsabilidad frente a las aplicaciones de la ciencia. Responsabilidad, esa bella palabra, responsabilidad de cada uno de nosotros, ciudadano, tomado individualmente, de cada uno de nosotros, en nuestras sociedades, tomadas colectivamente y por supuesto responsabilidad de los científicos que deben orientar al público en general. Para que la ciencia y la tecnología sean utilizadas racionalmente hay que influir sobre los que tienen poder de decisión, es decir, sobre los políticos, ávidos de votos para ser elegidos, y sobre los empresarios, ávidos de ventas para el beneficio económico. El peso de la opinión pública es considerable, sobre todo en democracia. ¡Así que aprovechémonos de ello!

De esta manera llegaremos a superar esta crisis de adaptación a la que aludía y de la que sois, en esta universidad puntera en tecnología, particularmente responsables.
El hombre ha adquirido un tal dominio en la materia que ya no debe aceptar pasivamente su futuro, ya que puede y debe, a partir de ahora, orientar lúcidamente su destino.

No olvidemos que "toda ignorancia es una limitación y que todo conocimiento es una liberación".

El destino hace sucumbir
a muchas especies: sólo una
se pone en peligro a sí misma

W.H.Auden, poeta

Jean DAUSSET,
Valencia, 28 de junio de 2002


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